Hagamos las paces Rabia sana 

          

Conozco  a Miranda, tiene dos años, el parto fue difícil, la pequeña debe tomar un medicamento por varios años para evitar que convulsione, sus padres no descansan en la tarea  de conseguir ese frasquito. Cuando pienso en Miranda y en la angustia de sus padres y de toda  su familia, me da rabia. Rabia sana.

Mientras escribo estas líneas escucho que en el JM de Los Ríos (¡Otra vez el JM!) los padres de niños hospitalizados  deben llevar los alimentos, hay quienes no los consiguen,  sus hijos pasan la noche sin comer. No conozco a ninguno  en particular,  pero parafraseando a Andrés Eloy Blanco,  “Quien tiene un ahijado tiene todos los ahijados del mundo” y yo ahijados tengo unos cuantos. ¡Siento una gran rabia! ¡Niños hospitalizados pasando hambre! ¡Tengo una gran rabia, rabia sana!

Sigo con lo de la  escasez de  medicamentos. Mi  amiga es  F es oncólogo –  pediatra. Sufre porque por 4 semanas en  el hospital donde trabaja no hubo  “solución 0,9 “necesaria  para hacer las quimioterapias.  “Por 4 semanas se  le decía a los padres que trajeron ellos la solución, pero no es fácil comprarla,  en las farmacias no hay”. Ahí estaban los niños en cama,  esperando la solución. Mi rabia crece cuando recuerdo que, según datos de la prensa,  la OMS ha ofrecido medicamentos, pero el gobierno no parece entender la urgencia y no facilita en el envío. Pienso en los  niños, en sus padres y  mi rabia se multiplica, rabia sana, repito.

Completo mi rápido recorrido de mis rabias de estos días con la micro historia de  la madre de Valentina, 4años, de San Félix. “Tiemblo cuando se va acercando la hora de comer.  A veces no tengo nada.  Ni mantequilla, ni pan consigo, no sé qué inventar.  Me  quedo sin comer para ella tenga algo.  Yo no importo, pero  ella sí”. ¡Difícil  describir  la rabia que siento! Rabia sana.

¡Hay dólares para  para amas,  hay dólares para  convenios con otros países pero no hay para salvar niños! El Gobierno no reacciona.  ¿No tendrán niños?  ¡Rabia muy grande!  Pero  sana.

Tomo prestado el título de  Bernard Golden: Rabia sana, cómo ayudar a niños y adolescentes a manejar su rabia (2006).  Me gusta ese título y ese libro: tener rabia no  es  malo, lo  dañino es dejarla crecer sin control.  Sentir rabia ante la injusticia es bueno, es sana esa rabia.  Este libro es para ayudar a NNA, pero agarro el título para mí.  Los adultos  en Venezuela  tenemos que llenarnos de “rabia sana”  hoy. Insisto en lo del calificativo de “sana”,  esa que te lleva a condolerte, a comprender  lo que está sufriendo el otro y que es necesaria para hacernos actuar,  y debe ser canalizada. La rabia “insana” nos hace  gritar o desear mal al otro, incluso  actuar de manera violenta, esa no ayuda, nos amarga y hasta agrava nuestro estado de ánimo.  La sana nos lleva, por ejemplo, a enlazar padres de hijos con enfermedades crónicas para que juntos, asociados,  puedan apoyarse  hacer  presión para lograr que el  Estado  cumpla con sus obligaciones. La rabia sana promueve  acciones que iluminan  el  camino, aunque sea con la luz de una velita,  pero sumando  velitas  se ve más allá. La rabia sana te alimenta la perseverancia y siembra esperanza.

Hay que fomentar la “rabia sana”, es  un indicador de vida y alarga la vida de otros con nuestras acciones. Es gratis, no requiere divisas ni número de cédula.

Luisa Pernalete