“Iglesia pobre para los pobres”: cuatro miradas desde América Latina y el Caribe

¿quiénes son los pobres, qué se está haciendo y qué se puede hacer por ellos?

El tercer día de la Reunión General de Coordinación del Consejo Episcopal Latinoamericano (CELAM), que tiene lugar en Bogotá, del 23 al 26 de agosto, mantuvo el ritmo reflexivo del día anterior –en torno a la “la Iglesia en salida misionera”– priorizando la profundización en otro de los ejes temáticos del cuatrienio 2015-2019: “Iglesia pobre para los pobres”, a través de un panel que ofreció cuatro desafiantes miradas desde la riqueza teológica y la experiencia eclesial latinoamericana y caribeña.
Antes, al inicio de la jornada, los participantes celebraron las laudes, la eucaristía –presidida por monseñor José Belisario Da Silva, OFM, segundo vicepresidente del CELAM– y meditaron el texto del evangelio según san Mateo (25, 31-36) sobre el “Juicio final”, a partir de las homilías de san Juan Crisóstomo y de la Evangelii Gaudium, sugeridos por el padre Felipe de Jesús De León, secretario ejecutivo del departamento de misión y espiritualidad, encargado de animar este momento de espiritualidad.
Para cada uno de los abordajes propuestos sobre “Iglesia pobre para los pobres”, los panelistas contaron con 20 minutos.
Monseñor Santiago Silva Retamales, presidente del departamento de comunión eclesial y diálogo, desarrolló en tres puntos la perspectiva de “los pobres en la Biblia”. En primer lugar, los términos que forman el campo semántico de la pobreza en la Biblia –en hebreo como en griego– distinguen, por ejemplo, la realidad del “mendigo” que no tiene con qué sobrevivir, de la realidad del “campesino” que sobrevive con dificultades y no siempre logra un trabajo digno. En segundo lugar explicó cómo los pobres en el Antiguo Testamento surgen propiamente en el periodo monárquico de Israel. Ante esto, profetas como Amós denuncian que “la pobreza es un mal inaceptable para Dios, indica el quebrantamiento de la ley de Dios, ante lo cual Dios se declara padre de los pobres, su protector”. Así también, los anawin representan una categoría espiritual y mesiánica, ciertamente esperanzadora. Finalmente, en el tercer punto abordó los pobres en el Nuevo Testamento, diferenciando la realidad de la pobreza, de la experiencia de quienes la viven propiamente.
Una segunda perspectiva fue desarrollada por monseñor Pedro Ossandón, miembro de la comisión episcopal del departamento de justicia y solidaridad, sobre “la pobreza en Aparecida y en Evangelii Gaudium”. En su intervención destacó algunos rasgos estructurales de la “Iglesia pobre para los pobres” en estos dos documentos, bajo la convicción de que “caminamos hacia un nuevo paradigma eclesial” que constituye, de hecho, la identidad de la propia Iglesia frente al desafío de la promoción de la dignidad humana, a la manera del “buen samaritano”, con un sentido práctico, construyendo una sociedad distinta a través de la pastoral social (Cáritas), “como caricia de Dios con su pueblo”, expresión del compromiso por la misericordia y la justicia social, y en coherencia con la opción preferencial por los pobres –fundada en la fe cristológica. Así, “la Iglesia mira a los pobres como rostro concreto de Jesucristo y no solamente como categoría sociológica ni estadística”, reconociendo y asumiendo, al mismo tiempo, su fragilidad.
Además de estos rasgos, monseñor Ossandón planteó algunos trazos para una eclesialidad episcopal que haga posible una Iglesia pobre para los pobres, en salida hacia las periferias, inspirada por la experiencia de Jesús, quien hace de su propio hogar el hogar de los pobres. En este sentido, “una buena pregunta para nosotros, obispos, es: ¿a quién escucho?, ¿dónde vivo?, ¿cómo vivo?”. Sin duda alguna, “los pobres son nuestros maestros espirituales para que una Iglesia pobre para los pobres sea posible”. Así también, “hacerse pobres para los pobres es un camino espiritual hacia la fe” que implica el cultivo de la vida espiritual y precisa “el despojo de sí mismo”, lo mismo que “la gracia de renunciar al autoritarismo”, porque “no somos una Iglesia del poder, sino de la caridad”. Por último, es muy importante “renovar el amor al CELAM, a su identidad, su historia, sus orientaciones pastorales, para caminar juntos, sinodalmente”.
Un tercer tópico sobre “el acompañamiento a los pobres en América Latina y el Caribe” fue desarrollado tanto por monseñor Gustavo Rodríguez Vega, presidente del departamento de justicia y solidaridad, a nivel latinoamericano, como por monseñor José Luis Azuaje, presidente de Cáritas América Latina y el Caribe, en la realidad de Venezuela.
Monseñor Rodríguez Vega comenzó afirmando que “lo mejor de estos 60 años de vida del CELAM es su opción por los pobres”, refiriéndose también al principio misericordia y al pontificado del papa Francisco: “Francisco, reconstruye mi Iglesia”, “prefiero una Iglesia accidentada, herida y manchada por salir a la calle, antes que una Iglesia enferma por el encierro y la comodidad de aferrarse a sus seguridades” (EG 49). Son las realidades de las poblaciones más empobrecidas las que interpelan y motivan el acompañamiento de la Iglesia a los más pobres, descubriendo en ellos los rostros de Cristo y los cristos crucificados de hoy. Por eso, “hoy y siempre los pobres son los destinatarios privilegiados del Evangelio” (EG 48), esa es la característica de los discípulos misioneros.
De este modo, la opción por los pobres se lleva a cabo en tres niveles: asistencia, promoción humana y liberación integral, si bien es cierto que no debe parcelarse ni debe ser una opción asignada únicamente a la pastoral social. Con todo, hoy sigue siendo necesario preguntarse cómo acompañar cada vez mejor a los pobres en el continente latinoamericano y caribeño.
Por último, monseñor Azuaje destacó la importancia de acompañar pastoralmente a los pobres en Venezuela para atender a quienes carecen de lo más elemental, asumiendo grandes riesgos, por ejemplo, en su salud y en su seguridad alimentaria. De cara a esta realidad, la Conferencia Episcopal de Venezuela ha sido una voz profética, registrando y denunciando violaciones a los derechos humanos, apuntando hacia la búsqueda de un diálogo verdadero, fortaleciendo la comunión para la misión y renovando estructuras pastorales, sin descuidar la formación de los discípulos misioneros, entre muchas otras acciones.
Estos elementos expuestos por los panelistas ofrecieron importantes insumos de reflexión a los Departamentos del CELAM y al CEBITEPAL que, en el transcurso de la jornada se preguntaron quiénes son los pobres, qué se está haciendo por ellos y qué se puede hacer por ellos. Así también, en las horas de la tarde, a la luz de los ejes de reflexión desarrollados, se avanzó en la programación y en el diseño de los proyectos que se desarrollarán en 2017.
Prensa CEV
Dpto. de Comunicación y Prensa CELAM
30 de agosto de 2016