LAS BIENAVENTURANZAS SON EL CAMINO DE LA VIDA

La llamada a la santidad es para todos y hay que recibirla del Señor con espíritu de fe. “los santos nos alientan con su vida e intercesión ante Dios”, Mientras nosotros, por nuestra parte, “nos necesitamos unos a otros para hacernos santos”.En esta Solemnidad y con toda la Iglesia, recordamos no sólo a aquellos que han sido proclamados santos a lo largo de la historia, sino también a tantos hermanos nuestros que han vivido su vida cristiana en la plenitud de la fe y del amor, en medio de una existencia sencilla y oculta. Con toda seguridad, entre ellos también hay muchos de nuestros familiares, amigos y conocidos. celebramos la fiesta de la santidad. Esa santidad que, tal vez, no se manifiesta en grandes obras o en sucesos extraordinarios, sino la que sabe vivir fielmente y día a día las exigencias del bautismo. Una santidad hecha de amor a Dios y a los hermanos. Amor fiel hasta el olvido de sí mismo y la entrega total a los demás, como la vida de esas madres y esos padres, que se sacrifican por sus familias sabiendo renunciar, a pesar de que no siempre sea fácil, a tantas cosas, a tantos proyectos o planes personales.

La principal característica de los santos es la alegría y afirmó que “las bienaventuranzas son el perfil de Cristo y, por tanto, lo son del cristiano”. Las bienaventuranzas son de alguna manera el carné de identidad del cristiano, que lo identifica como seguidor de Jesús”.

Los santos logran cambios gracias a la mansedumbre del corazón. Con ella comprendemos la grandeza de Dios y lo adoramos con sinceridad; y además es la actitud del que no tiene nada que perder, porque su única riqueza es Dios” “Los santos logran cambios gracias a la mansedumbre del corazón. La caracteriza de los santos “es que son realmente felices” y que “tiene su fuente en el amor de Dios”.“Por eso, a los santos se les llama bienaventurados. Las bienaventuranzas son su camino, su meta, su patria. Las bienaventuranzas son el camino de vida que el Señor nos enseña, para que sigamos sus huellas”. Asimismo, “estamos llamados a ser bienaventurados, seguidores de Jesús, afrontando los dolores y angustias de nuestra época con el espíritu y el amor de Jesús”.