Tema 4 Abrazo en Familia 2016: Una Iglesia en Salida

 

OBJETIVO: Avivar en todos los bautizados la conciencia de ser discípulos misioneros para promover la participación efectiva de todos los fieles en la vida de las comunidades cristianas.

ILUMINACIÓN BÍBLICA: Mt.28,19

DESARROLLO: Cuando cristo resucitado se apareció por última vez a los apóstoles, les dijo: “Id por todo el mundo y proclamad el evangelio a toda la creación. El que crea y sea bautizado, se salvará; el que no crea, se condenará […] (Mc.16, 14-16)

Luego después de hablarles, fue elevado al cielo y se sentó a la diestra de Dios» (Mc. 16, 19). “En estos versículos se presenta el momento en el cual el resucitado envía a los suyos a predicar el evangelio en todo tiempo y por todas partes, de manera que la fe en él se difunda en cada rincón de la tierra” (EG. 19)

Al final del evangelio de San Marcos encontramos la reacción de los apóstoles a este mandato de Jesús: “ellos salieron a predicar el evangelio por todas partes, y el señor los asistía y confirmaba la palabra con las señales que la acompañaban” (Mc.

16,20). Es decir, ellos cumplieron el encargo de Jesús y, gracias eso, otros muchos pudieron conocerle y creer en él.

De esta manera ininterrumpidamente se ha propagado y prolongado, de generación en generación, la predicación del evangelio. Si los apóstoles se hubieran quedado allí, sin hacer nada, sin salir a anunciar el evangelio, la iglesia sería solamente la iglesia de ese pueblo, de esa ciudad, de ese lugar sin embargo, todos salieron a anunciar el evangelio por todo el mundo como le dijo Jesús, y así ha sido desde el nacimiento de la Iglesia, el día de Pentecostés. Y es por eso que la iglesia nació “en salida”, es decir, misionera.

El Papa Francisco nos pide que: “La iglesia quiere llegar a las familias con humilde comprensión y su deseo de acompañar a cada una y a todas las familias para que puedan descubrir la mejor manera de superar las dificultades que se encuentran en su camino” (Alegría del Amor, 200)

Francisco nos hace un llamado urgente: “La iglesia «en salida» es una iglesia con las puertas abiertas. Salir hacia los demás para llegar a las periferias humanas no implica correr hacia el mundo sin rumbo y sin sentido” (EG. 46)

Hacia las periferias, no solo las geográficas, sino también las periferias existenciales: las del misterio del pecado, las del dolor, las de la injusticia, las de la ignorancia y prescindencia religiosa, las del pensamiento, las de toda miseria.

El cristiano debe dirigirse, sobre todo, a los pecadores, no a los sanos; a los alejados, al hijo pródigo, a aquellos que no habiendo conocido a Cristo se han visto privados del afecto del Padre. Y que están alejados del “centro”, que no es la iglesia como institución, sino Cristo.

 

Las “periferias existenciales” vienen dadas por aquellos que, pobres social y espiritualmente, se ven privados del amor de Dios y de los hombres. Es la condición del hombre contemporáneo, donde la contradicción entre pobreza y riqueza se ve trágicamente exacerbada por una globalización sin escrúpulos, donde la secularización ha desertificado el alma hasta el punto de que el centro, el corazón de occidente, se ha convertido en una única, enorme, “periferia existencial”.

 

“Si la iglesia entera asume este dinamismo misionero, debe llegar a todos, sin excepciones” (EG. 48)

 

A la luz del año de la misericordia debemos revisar como asumimos el mensaje del evangelio y si estamos dispuestos a convertirnos. “La pastoral familiar «debe hacer experimentar que el evangelio de la familia responde a las expectativas más profundas de la persona humana: a su dignidad y a la realización plena en la reciprocidad, en la comunión y en la fecundidad” (AL. 201)

 

A pesar de las dificultades que nos conseguimos en las familias, no debemos olvidar que todo el esfuerzo que podamos hacer será acompañado de la promesa de nuestro Señor Jesucristo, “estaré con ustedes todos los días hasta el fin del mundo”

 

(Mt.28, 20) el hecho de salir y descubrir lo que hay en las familias nos llenará de gozo, el poder ser testimonio delante de una sociedad que promueve una cultura de muerte. Podemos todos ser factores de esperanza, atendamos el llamado de la iglesia a reconocernos como familia. Y en cada hogar, familia doméstica. Un lugar privilegiado para comenzar esta tarea de salir hacia las periferias debe ser la parroquia, “es preciso resaltar la importancia de la espiritualidad familiar, de la oración y de la participación en la eucaristía dominical, y alentar a los cónyuges a reunirse regularmente para que crezca la vida espiritual y la solidaridad en las exigencias concretas de la vida” (AL. 223)

Teniendo claro la necesidad de dar a conocer la buena nueva del Reino de Dios que nos ha sido revelado por nuestro Señor Jesucristo, no podemos quedarnos solo con este mensaje, tenemos que salir. “Hoy la pastoral familiar debe ser fundamentalmente misionera, en salida, en cercanía, en lugar de reducirse a ser una fábrica de cursos a los que pocos asisten” (AL. 230). Anímate pues, a trabajar por las familias; recordemos que nuestra participación en la construcción del Reino de Dios sigue esperando por nosotros; una pastoral familiar en salida es el reto que juntos debemos asumir.

DINÁMICA: Terminemos este tema, haciéndolo participativo, utilizando las preguntas luego de cada paso.

Según EG 24, descubramos los pasos necesarios para experimentar una “iglesia en salida”, sigamos las pautas evangelizadoras que nos propone el propio Papa Francisco y que él concentra en cinco palabras:

 

Primerear:

 

Significar adelantarse, tomar la iniciativa sin miedo, salir al encuentro, buscar a los lejanos y llegar a los cruces del camino para invitar a los excluidos.

 

¿Te atreves a primerear? ¿Qué dificultades, pensamientos, sentimientos se generan en ti para dar este paso?

Involucrar:

El Señor se involucra e involucra a los suyos, poniéndose de rodillas ante los demás para lavarlos. Pero luego dice a los discípulos” Seréis felices si hacéis esto” (Jn.13, 17) La comunidad evangelizadora se mete con obras y gestos en la vida cotidiana de los demás, achica distancias, se abaja hasta la humillación si es necesario, y asume la vida humana, tocando la carne sufriente de cristo en el pueblo. Los evangelizadores tienen así «olor a oveja» y éstas escuchan su voz.

¿Te involucras de corazón, hay una total entrega cuando llegas a las personas? o ¿Te cuesta mucho involucrarte con los más pobres, o necesitados?

Acompañar:

Acompaña a cada persona en todos sus procesos, por más duros y prolongados que sean. Sabe de esperas largas y de aguante apostólico. La evangelización tiene mucho de paciencia.

 

¿Eres humilde para acompañar a quienes lo necesitan? ¿Cómo es tu actitud?

Fructificar:

Fiel al don del Señor, también sabe «fructificar». La comunidad evangelizadora siempre está atenta a los frutos, porque el señor la quiere fecunda. Cuida el trigo y no pierde la paz por la cizaña. El sembrador, cuando ve despuntar la cizaña en medio del trigo, no tiene reacciones quejosas ni alarmistas. Encuentra la manera de que la palabra se encarne en una situación concreta y dé frutos de vida nueva, aunque

en apariencia sean imperfectos o inacabados. El discípulo sabe dar la vida entera y jugarla hasta el martirio como testimonio de Jesucristo, pero su sueño no es llenarse de enemigos, sino que la palabra sea acogida y manifieste su potencia liberadora y renovadora.

¿Recibes los frutos con misericordia, sea cual sea el resultado?

Festejar: Celebra y festeja cada pequeña victoria, cada paso adelante en la evangelización. La evangelización gozosa se vuelve belleza en la liturgia en medio de la exigencia diaria de extender el bien. La iglesia evangeliza y se evangeliza a sí misma con la belleza de la liturgia, la cual también es celebración de la actividad evangelizadora y fuente de un renovado impulso donativo.

¿Festejas como un triunfo personal, o tu festejo es interior dando gracias a Dios por el fruto recibido?

ORACIÓN: Salmo 23.