Mensaje del Papa a los Obispos ingleses y galeses por la Jornada de la vida

El próximo domingo 26 de julio, memoria litúrgica de los santos Joaquín y Ana, padres de la Bienaventurada Virgen María y abuelos de Jesús, se celebrará en Reino Unido la Jornada de la vida, organizada por la Conferencia episcopal de Inglaterra y Gales. La iniciativa de este año está dedicada al final de la vida y tiene por tema: “Cultivar la vida, aceptar la muerte”.

Por esta razón el Papa Francisco envió un mensaje de saludo dirigido al Nuncio Apostólico en Gran Bretaña, Monseñor Antonio Mennini, quien lo entregó al Obispo encargado de esta Jornada, Monseñor John Sherrington.

En el texto del Mensaje pontificio el Santo Padre imparte su bendición apostólica “a todas las personas que participan en un evento tan significativo y a quienes trabajan, de diferentes maneras, en la promoción de la dignidad de toda persona humana desde el momento de su concepción y hasta su muerte natural”.

El fin de la vida en el centro de la Jornada y en espera del voto sobre el suicidio asistido

Cabe destacar que el tema elegido para esta edición de la Jornada de la vida se coloca en el ámbito de la vasta Campaña de sensibilización, organizada por los Obispos ingleses y galeses, con vistas al debate y al voto de la Cámara de los Comunes acerca del proyecto de ley sobre el suicidio asistido, previsto para el próximo 11 de septiembre. Esta propuesta, presentada por Rob Marris, tiende a hacer posible, para los enfermos terminales adultos, la elección de poner fin a su propia vida con asistencia médica específica. De modo que si el Parlamento la aprobará, los médicos podrán suministrar fármacos letales a los enfermos terminales que lo soliciten.

No acelerar la muerte y no al encarnizamiento terapéutico

De hecho, en el Mensaje para la Jornada de la vida de este año, difundido el pasado mes de junio, los Obispos ingleses y galeses reafirman dos puntos firmes para la Iglesia sobre el fin de la vida, a saber: que es un error “acelerar o provocar la muerte”, porque “Dios nos llamará a su debido tiempo” y el rechazo al encarnizamiento terapéutico “cuando los tratamientos no surten efecto, o incluso dañan a los pacientes”.

(María Fernanda Bernasconi – RV).