Niños y niñas al poder

Observo a unas niñas jugando. Deben tener entre 4 y 6 años. Brincan en un castillo inflable. No se conocen de antes, se han conocido ahí, en el juego, no saben sus nombres, ni preguntan por quién han votado sus padres en las últimas elecciones, tampoco saben en dónde viven. Se ríen con gusto, se ayudan unas a otras. Entienden que el objetivo es jugar y sin discriminar a nadie, logran su propósito.

Cuando recuerdo esta y otras escenas de niños organizándose para jugar, incluso en aquellas cuando se han peleado y se han contentado sin matarse, o sea que han resuelto sus diferencias y al rato juegan de nuevo, me digo: son más inteligentes que muchos adultos en Venezuela, ¡debieran tomar el poder!

Los niños y niñas tienen cualidades que hoy se están necesitando en el país. “Lorena parece que nunca se cansa”, me dijo una sobrina cuando comentaba la energía que no se acaba nunca de su hija de 6 años. Yo veo mucho mayor de edad diciendo que ya no se mueve más, que aquí no hay nada que hacer. Victoria, de 4 años, “habla” con su perro, diferente a ella, y entiende cuándo muevela colita porque está contento, ycuándo ladra porque tiene hambre. Voto por Victoria para que vaya a la Asamblea Nacional porque hace falta que los parlamentarios parlamenten, hablen, se escuchen y se entiendan.

Una vez pregunté a unos niños – de 5 a 7años – qué era “machismo”. El varón, más grande, contestó “Machismo es que los hombres somos egoistos”, y la niña, más pequeña dio esta respuesta: “machismo es que la mamá siempre tiene la culpa de todo”. Después de esas respuestas no busqué más teoría sobre el tema. Los niños son observadores y aprenden de lo que ven. En ocasiones, cuando recojo errores repetidos una y otra vez en Venezuela me pregunto si es que no aprendemos de las experiencias.

Valentina también tiene 4 años. Sus papás consiguieron cupo en un plantel de Fe y Alegría que tiene vista al río Orinoco. Cuando fue de la mano de su madre a la primera reunión, recorrió su futuro colegio y al final de la tarde le dijo a su mamá que su escuela era muy bonita y que ella iba a tener muchos amiguitos. Valentina es capaz de valorar la belleza en medio de problemas, puede sorprenderse y de paso, está llena de esperanza: tendrá amiguitos. Voto por Valentina también, podría ser vice ministra de la felicidad verdadera, promovería una convivencia para hacer amigos y no para la confrontación permanente. ¿Quién más vota por Valentina?

Por todo lo anterior y mucho más es que opino que los niños y las niñas deberían asumir el poder en este país y no sería mala idea pedirles perdón por el entorno nacional que les estamos entregando. No se si podrán perdonar que no se les esté garantizando la leche y que hayan víctimas fatales de la violencia que ni siquiera pudieron llegar al preescolar. Mientras ellos llegan al poder hagamos lo que nos corresponde teniendo a los niños como maestros