San Félix de Cantalicio

fue un religioso de la Orden de los Hermanos Menores Capuchinos  quien nació en Italia en 1513, Hijo de dos campesinos muy pobres y piadosos, Félix de niño tuvo por oficio pastorear ovejas, y en el campo, trazaba una cruz en la corteza de un árbol, y ante esa cruz pasaba horas rezando. Era muy devoto del Santo Rosario, y decía que En cualquier oficio y a cualquier hora hay que acordarse de Dios y ofrecer por Él todo lo que se hace o sufre.

Capuchino

Cuando ya era mayor, un día estaba arando el campo y de pronto los bueyes se asustaron y se le lanzaron encima. Al sentir que iba a morir allí pisoteado, prometió a Dios dedicarse a una vida más perfecta. Salió ileso del accidente y al oír leer un libro de vidas de santos sintió un fuerte deseo de imitarlos en la oración y en la penitencia. Entonces le preguntó a un amigo cuál era la comunidad religiosa más exigente que existía en ese entonces. El amigo le dijo que eran los padres Capuchinos. Entonces se dirigió a un convento de esta Orden para que pedir ser admitido.

El superior intentó disuadirle, y le describió de manera muy fuerte las penitencias que había que hacer en aquella comunidad y la gran pobreza en que allí se vivía. Félix le preguntó: «Padre, ¿en mi habitación hay un crucifijo?». «Sí, lo habrá», le dijo el superior. «Pues bastará mirar a Cristo Crucificado y su ejemplo me animará a sufrir con paciencia». El superior comprendió que este joven amaba y meditaba la Pasión de Cristo, y lo admitió.

 Muerte y canonización

Pocos minutos antes de morir se llenó de alegría y de emoción y exclamó: Veo a mi Madre, la Virgen María, que viene rodeada de ángeles a llevarme.

Murió el 18 de mayo de 1587 a los 72 años.

El papa Sixto V decía que en su tiempo ya se habían obtenido 18 milagros por intercesión de Félix de Cantalicio.

En 1712, el papa Clemente XI lo declaró santo. Su fiesta se celebra el 18 de mayo.