Solemne Eucaristía de apertura de la Fase diocesana del Sínodo de los Obispos

“La sinodalidad ha sido y es una nota característica de la Iglesia; ningún Papa la ha inventado; ella está presente desde los inicios mismos de la Iglesia…”

El domingo 17 a las 10:00 am, la Parroquia Pro-Catedral Nuestra Señora de Fátima de Puerto Ordaz, se vistió de fiesta para celebrar el inicio de la Fase Diocesana del Sínodo de los Obispos junto su obispo Mons. Helizandro Terán y gran parte del Clero Diocesano, quienes junto a la comunidad asistente, elevaron a una sola voz la oración de acción de gracias por esta nueva experiencia que vive la Iglesia de la Diócesis de Ciudad Guayana.

Entre cantos  y mucha alegría, Mons. Helizandro expuso en su homilía  que “La sinodalidad ha sido y es una nota característica de la Iglesia; ningún Papa la ha inventado; ella está presente desde los inicios mismos de la Iglesia; nace en el seno de aquella primitiva comunidad apostólica donde todos juntos oraban, se escuchaban unos a otros y en un proceso de discernimiento comunitario buscaban la voluntad de Dios, el camino a seguir… nadie puede sentirse eximido de actuar en esa comunidad y nadie puede permanecer inactivo…”

También mencionó Monseñor las diversas experiencias sinodales, Concilio Vaticano II, Medellín, Aparecida y en especial Concilio Plenario de Venezuela y algunos Sínodos Diocesanos realizados en Venezuela, experiencias todas que “ayudarán ahora a continuar y profundizar un caminar juntos ya iniciado”.

Mas adelante, Mons. Helizandro expresaba que lo inédito de este Sínodo es la modalidad, donde por medio de un itinerario o camino sinodal, los creyentes tendrán posibilidad de participar en el proceso.  Recordó también las posturas irrenunciables del proceso que se dio inició el pasado 17: Encontrarnos, escuchar y discernir.

Para las consultas que serán efectuadas a los diversos órganos, Monseñor ha conformado un equipo encabezado por el  Pbro. Carlos Devera,  Equipo que pide Monseñor le sea brindado el mayor de los apoyos por parte de las organizaciones civiles y religiosas para que el trabajo sea fecundo.

El Obispo terminó su homilía, encomendado a María, Madre Inmaculada el trabajo diocesano en espera de no sea solo en “ejercicio burocrático o eclesial administrativo, sino que se convierta en un auténtico ejercicio espiritual para el individuo, la parroquia, la comunidad, la diócesis y para la Iglesia universal”.