Templos católicos se convierten en el nuevo blanco del hampa en Ciudad Guayana

Cuatro hombres amenazaron con armas y amarraron al profesor de música en la parroquia San Buenaventura, de El Roble. Cargaron con aires acondicionados, consolas de sonido, sillas, extintores, instrumentos musicales y hasta el celular y el dinero del docente. Este templo se suma a los de Nuestra Señora de Coromoto y de Inmaculada Concepción, que desde el fin de semana antepasado hasta ahora han sido blanco de la delincuencia en tiempos en que el catolicismo propició el diálogo para acuerdos y para la paz.

La Iglesia Católica ha sido parte del proceso de facilitación del diálogo que, durante las últimas semanas, se ha desarrollado en Venezuela para alcanzar acuerdos. Pero en Ciudad Guayana, en menos de una semana, esa institución ha recibido tres golpes. No de suerte, no de paz, no de diálogo, sino de la delincuencia.

Primero fue en Nuestra Señora de Coromoto, en Puerto Ordaz. Luego, Inmaculada Concepción, en el centro de San Félix. Ahora, este lunes, en la parroquia San Buenaventura (El Roble) y en pleno día.

Todo ocurrió a la 1:00 pm. O comenzó a esa hora. Daniel Díaz, profesor de música, preparaba las clases que comenzarían en media hora. Estaba en la oficina de Núcleo San Buenaventura del Sistema de Orquestas Juveniles e Infantiles. En ese momento recibió la visita que no esperaba: en vez de niños músicos, cuatro hombres que lo apuntaron, amenazaron y amarraron.

Mudanza

Jesús Jiménez, coordinador de programas sociales de la iglesia, explicó que a esa hora, a excepción del profesor, no había nadie. Fue lo que aprovecharon los ladrones.

“Hoy había un ensayo general porque tienen el concierto el viernes. 70 niños que ven clases en varios salones. El profesor estaba esperándolos”, dijo.

Los ladrones estuvieron alrededor de media hora en el lugar. Se llevaron consolas de sonido, atriles, cinco cuatros, sillas, extintores, aires acondicionados y hasta el celular y el dinero al profesor.

Una hora de lucha

Una de las representantes, Lilibeth Lugo, detalló que una hora después de que comenzó el robo fue que el profesor pudo informar al respecto. Antes, no podía hacer nada porque luchaba para librarse de los amarres en sus manos.

Peor, añade, fue la respuesta que, según ella, recibieron de la Policía del estado Bolívar cuando llamaron para informar sobre lo ocurrido: “Nos dijeron que como no había muertos, ellos no tenían que venir. Por eso fue que acudimos a los medios, porque se tenía que saber sobre la denuncia”.

Otro de los representantes parroquiales, Nelson Castro, apuntó que el domingo en la noche, asiduos de la iglesia alertaron, a través de un grupo de WhatsApp, que alguien había trepado los techos del templo. Los gritos lo (o los) espantaron.

“Todo eso es lo que nos ha llevado a bajar las horas hasta de las misas: antes era después de las 6:00. Ahora es a las 5:00, cuando mucho”, añadió.

La parroquia San Buenaventura había sido objeto del robo en octubre de 2015. En aquella oportunidad, cinco personas fueron heridas durante el incidente. Todos, con cachazos.

Ningún recuerdo de esos amilana el ánimo a la comunidad parroquial: que ayer ensayó con más ímpetu que de costumbre: el viernes tienen un concierto que aspira repetir prontamente.iglesia2