El 23 de enero es una fecha muy significativa para el pueblo venezolano, ya que el 23 de enero del año 1958, el pueblo salió a las calle para ponerle fin a la dictadura del general Marcos Pérez Jiménez, una de las etapas más oprobiosas de nuestra historia republicana. Pero contrariamente a lo que se esperaba, fue reducido el número de venezolanos que en las distintas regiones del país acudió a las marchas convocadas por los dirigentes opositores, lo que a los ojos de muchos es la respuestas a una dirigencia que pareciera no tener un camino claro para hacerle frente a los desmanes dictatoriales de un gobierno que pretenden eternizarse en el poder a costa del hambre y la miseria de los ciudadanos.
A favor de la dirigencia opositora hay que alegar que el país se encuentra sometido al más brutal de los cercos psicológicos, donde se cercenas todos los derechos fundamentales del hombre a la alimentación, a la salud y a elegir libremente a sus gobernantes. Por lo que la muerte de niños y adultos muriendo de hambre y hurgando en la basura para hacerse de algo que les permita sobrevivir son situaciones tan lamentables que por ser tan frecuentes se han hecho parte de nuestra cotidianidad.
Y ante este drama nacional, la élite gobernante no solo es que se burla de las decisiones soberanas del pueblo que votó mayoritariamente en diciembre del 2015, por una Asamblea Nacional, para que tal como está establecido en nuestra Constitución Nacional, sirviera de control ante tantos abusos, pero pareciera que dicha acción solo sirvió para que se acentuara una mayor arbitrariedad, ya que todo se hace por decreto, dejando a un lado el imperio de la ley y el equilibrio entre las instituciones del estado, para ser sustituidas por “las manos militaris” y el poder de facto.
El año pasado ante los abusos del gobierno de acallar los esfuerzos cívicos del pueblo por buscar una salida democrática y electoral a esta crisis, el Papa Francisco acepto el papel de nombrar un representante suyo al grupo de mediadores en la mesa de diálogo entre el gobierno y la oposición, ese esfuerzo se vino abajo por el incumplimiento de las obligaciones del gobierno. Este año 2017, se ha hecho una nueva propuesta por parte de los mediadores, donde está un nuevo representante del Papa Monseñor Giordano. Propuesta que a mi manera de ver vino acompañada de un gesto muy significativo porque fue entregada al nuevo Presidente de la Asamblea Nacional Julio Borges, que no solamente es que es un reconocimiento al poder Legislativo, sino por lo que dijo El secretario general de UNASUR, Ernesto Samper: “No es un reconocimiento que hagamos por razones coyunturales y estructurales, sino lo que establece la diferencia entre una democracia y una no democracia es que haya un Congreso abierto”.
La mayoría de los venezolanos no cree en la seriedad del gobierno para cumplir los compromisos pautado y por eso casi todos los dirigentes opositores están renuentes a sentarse en la mesa a dialogar. Y aunque Manuel Rosales no es santo de mi devoción, coincido grandemente con las tres propuestas que recientemente ha hecho: 1) hacer una contra-oferta, a la propuesta de los mediadores; 2) «la oposición tiene la obligación de hacer propuestas creíbles, claras, contundentes que tracen la ruta» de para dónde va el país y aseguró que la población venezolana quiere que el liderazgo opositor «trace una ruta» que «conduzca a la paz, a la prosperidad y la felicidad»; 3) «Tenemos dos caminos en esta encrucijada que es el camino cívico y democrático, discutir, analizar, dialogar (…) o la violencia, la muerte, el escombro y el desastre. Nosotros somos partidarios de ese camino, del democrático, cívico y darle respuestas a la gente»,
Ciertamente que nuestra población venezolana es pacífica, renuente a la beligerancia, y que el gobierno ha logrado paralizar nuestros ánimos para buscarle salida a esta situación, y que además de eso desconfiemos de propios y extraños que hagan propuestas al respecto. Pero hoy más que nunca es necesario apostar al encuentro, porque hay que tener claro que con la perseverancia y con la confianza de que Dios nos está con nosotros, más temprano que tarde lograremos salir de esta horrenda pesadilla.
Por: Luis R. Perdomo T. C.N. P. n° 21607