Visita al cementerio no debe reducirse a limpieza y flores por el Día de los Muertos

Con ocasión de la fiesta de Todos los Santos, la Diócesis de Roma repartió el 1 de noviembre de 2014 en todos los cementerios de la ciudad un folleto titulado “Haz una oración por tus difuntos”, cuyo objetivo es recordar a los fieles el significado cristiano de visitar a los difuntos y orar por sus almas.

“La visita al cementerio no se puede reducir solo a la limpieza de las tumbas y llevar flores u otro objeto, sino que es el momento favorable para una pausa de silencio y de oración”, afirmó mediante un comunicado el director de la Oficina Litúrgica del Vicariato de Roma, P. Giuseppe Midili.

Para el P. Midili los símbolos de la fe, aunque perduran en la iconografía cristiana en los sepulcros, a veces se convierten en signos convencionales que parecen no decir nada a los parientes y amigos del difunto.

“Y así, en las tumbas se ponen otros objetos, considerados quizá más expresivos y verdaderos: un peluche, escritos, incluso bufandas de clubes de fútbol; las fotos se convierte en un gran cartel que satura toda la lápida inmortalizando un momento feliz de aquella vida que se fue. Y quizá, precisamente esta consciencia, unida a un gran dolor, empuja a alguno a buscar formas de sepultura alternativas, desde la conservación en casa de las urnas funerarias hasta la dispersión de estas en la naturaleza”, explicó.

Desde el silencio del cementerio, el religioso carmelita invita “a alzar la mirada al cielo, dirigirnos al futuro, y descubrir el sentido de la vida, que no se nos quita, sino que es transformada, y encuentra en Dios una plenitud que ni siquiera podemos imaginar, más hermosa que el mejor instante terrenal”.

El P. Midili aconseja aprovechar la fiesta de Todos los Santos para hacer una pausa con toda la familia, también con los hijos y nietos, y unirse en el recuerdo de quienes tocaron nuestras vidas y orando por las almas de los difuntos que ya nadie recuerda.

“Como cristianos estamos llamados a testimoniar la fe en Cristo resucitado, primicia de una entera humanidad llamada a la vida que no termina… Por eso la Iglesia nos llama a practicar y animar la visita al cementerio. Lugar de memoria, de esperanza, privilegiado para un serio examen de consciencia sobre el espesor de nuestra fe, puesta ante la roca inevitable de la muerte”, concluyó.