“¡Pobre María, tan incomprendida!,
tan incomprendida casi como su propio Hijo,
al que aquí abajo nunca comprenderemos del todo,
ante quien tú misma también te pasmabas,
pero seguías.
Como Abraham seguía la palabra de Dios que le guiaba,
aunque no supiera de antemano el camino.
María había llevado el camino en sus entrañas de carne
y lo llevaba siempre en sus entrañas de fe.
María vuelta a nuestra casa
no como una diosa, sino como la hija de Dios;
no solo como una madre, sino también como una hermana,
como como una maestra, sino como una discípula,
la mujer discípula
del mejor maestro.
María peregrina
que pisaba la tierra paso a paso,
que no llevada en volandas por los ángeles,
que, aun teniendo al obispo de Dios dentro,
no estuvo ensimismada,
sino extasiada,
entregada al servicio del prójimo
en viaje a casa de su prima Isabel,
en viaje a todas nuestras casas
a servir,
a echar una mano en las cosas corrientes de todos los días,
en esos pucheros donde las manos descubren a Dios.
María nos recuerda que el mundo está preñado de Dios,
que es cuestión de saber verlo,
y para verlo es cuestión de saber desearlo.
¿Tendremos,
al menos en Adviento,
hambre de Dios?
¡Dichosos los hambrientos
porque ellos serán saciados!”
Articulo Original: http://www.revistaecclesia.com/adviento-2015-adviento-del-ano-de-la-misericordia-todo-sobre-y-para-el-adviento-2015-actualizado/