Ciudad del Vaticano, 17 de julio de 2015 (Vis).-El Papa Francisco ha enviado un mensaje al cardenal Peter Appiah Kodwo Turkson, Presidente del Pontificio Consejo Justicia y Paz, para que lo haga extensivo a los representantes de las comunidades interesadas por las actividades mineras que participan en el encuentro »Unidos a Dios escuchamos un grito” organizado por ese dicasterio en colaboración con la red latinoamericana Iglesias y Minería.
»Venís de situaciones diferentes y experimentáis de diversos modos las repercusiones de la minería, ya sea la de las grandes empresas industriales, o la de los artesanos y operadores informales -escribe el Papa- Os habéis querido reunir en Roma, en esta jornada de reflexión que está vinculada a un paso de la Exhortación apostólica »Evangelii Gaudium», para que se escuche el grito de tantas personas, familias y comunidades que sufren directa o indirectamente por las consecuencias a menudo, demasiado negativas, de la minería Un grito por la tierra perdida; un grito por la extracción de riquezas del suelo que, paradójicamente, no ha producido riqueza para las poblaciones locales que siguen siendo pobres; un grito de dolor en respuesta a la violencia, a las amenazas y la corrupción; un grito de indignación y de apoyo por las violaciones de los derechos humanos, discreta o descaradamente pisoteados por cuanto respecta a la salud de las poblaciones, por las condiciones de trabajo, a veces por la esclavitud y la trata de personas que alimenta el trágico fenómeno de la prostitución; un grito de tristeza e impotencia por la contaminación del agua, del aire y del suelo; un grito de incomprensión por la carencia de procesos inclusivos y del apoyo de las autoridades civiles, locales y nacionales, que tienen el deber fundamental de promover el bien común».
»Los minerales y, en general, la riqueza del suelo y el subsuelo constituyen un don precioso de Dios, que la humanidad ha utilizado durante miles de años Los minerales, de hecho, son fundamentales para numerosos sectores de la vida y la actividad humana. En la encíclica »Laudato Si»’ he querido lanzar un llamamiento urgente a colaborar en el cuidado de nuestra casa común, para contrastar las dramáticas consecuencias de la degradación ambiental en la vida de los pobres y excluidos, y avanzar hacia el desarrollo integral, incluyente y sostenible . Todo el sector minero está indudablamente llamado a efectuar un cambio radical de paradigma para mejorar la situación en muchos países. Los gobiernos de los países de origen de las empresas multinacionales y los de aquellos en los que operan puedaen contribuir a ello, así como los emprendedores e inversores, las autoridades locales que supervisan la ejecución de las operaciones mineras, los trabajadores y sus representantes, las cadenas de suministro internacional con sus varios intermediarios y los que trabajan en los mercados de estas materias, los consumidores de productos en los que se han utlizado minerales. Todas estas personas están llamadas a adoptar un comportamiento inspirado en el hecho de que constituimos una sola familia humana, »que todo está relacionado, y que el auténtico cuidado de nuestra propia vida y nuestras relaciones con la naturaleza es inseparable de la fraternidad, la justicia y la fidelidad a los demás «.
»Animo a las comunidades representadas en este encuentro a considerar cómo pueden interactuar constructivamente con todos los demás actores involucrados, en un diálogo sincero y respetuoso -concluye Francisco- Espero que esta ocasión contribuya a una mayor conciencia y responsabilidad en estos temas: partiendo de la dignidad humana es como se crea la cultura necesaria para hacer frente a la crisis actual. Le pido al Señor que su trabajo en estos días sea rico de frutos, y que esos frutos puedan compartirse con todos aquellos que lo necesitan. Os pido por favor que recéis por mí y con afecto os bendigo, así como a vuestras comunidades de pertenencia y a vuestras familias».