Al recibir con alegría a los miembros del Sínodo de la Iglesia Caldea, la mañana del último lunes de octubre, el Papa agradeció las palabras que le dirigió Su Beatitud el Patriarca Louis Raphaël I Sako. El Santo Padre Francisco aprovechó la ocasión para enviar un saludo a todos los habitantes de las amadas tierras de Iraq y Siria, en un período tan delicado y de sufrimiento. Y tras destacar el consuelo y la solidaridad cristiana, el Pontífice expresó el siguiente deseo:
“Que la misericordia de Dios, ante el inminente Año Jubilar, alivie las heridas de la guerra que plagan el corazón de sus comunidades, a fin de que nadie se desanime en este momento, en el que los clamores de la violencia parecen superar las afligidas oraciones por la paz”.
El Papa Bergoglio también afirmó que la situación actual de sus tierras de origen está gravemente comprometida por el odio fanático del terrorismo que sigue provocando una fuerte hemorragia de fieles que se alejan de las tierras de sus padres sonde crecieron y se enraizaron el surco de la tradición.
“Este estado de cosas ciertamente está minando en sus cimientos la vital presencia cristiana en aquella tierra que ha visto comenzar el camino del Patriarca Abraham, resonar la voz de los Profetas que llamaban a Israel a la esperanza durante el exilio, fundar las primeas Iglesia sobre la sangre de tantos mártires, testimoniar la plenitud del Evangelio, hacer crecer las sociedades con la propia contribución, durante siglos de pacífica convivencia con nuestros hermanos seguidores del Islam. Lamentablemente, en cambio, estos tiempos nuestros están marcados por innumerables ejemplos de persecución, incluso hasta el martirio”.
Tras destacar que la Iglesia Caldea, que sufre por este estado de cosas causado por la guerra, también conoce las necesidades de los fieles en la diáspora, que sienten el deseo de permanecer firmes en las propias raíces y de entrar en nuevos contextos, el Papa afirmó textualmente:
“Por tanto confirmo, hoy más que nunca, todo el apoyo y la solidaridad de la Sede Apostólica en favor del bien común de la entera Iglesia Caldea. Rezo a fin de que los cristianos no estén constreñidos a abandonar Iraq y Oriente Medio – pienso de modo especial en los hijos y en las hijas de su Iglesia – con su rica tradición”.
Por esta razón, el Papa Francisco exhortó a los miembros del Sínodo de la Iglesia Caldea a trabajar incansablemente como constructores de unidad en todas las provincias de Iraq, favoreciendo el diálogo y la colaboración entre todos los actores de la vida pública, contribuyendo a superar las divisiones e impidiendo que surjan otras.
“Su visita me permite renovar un imperioso llamamiento a la comunidad internacional, a fin de que sepa adoptar todas las estrategias válidas con la finalidad de promover la conquista de la paz en países terriblemente devastados por el odio, para volver a llevar el soplo vital del Amor a los lugares que desde siempre han sido una encrucijada de pueblos, culturas y naciones. Que la tan deseable paz surja en el horizonte de la historia, a fin de que los luctuosos dramas infligidos por la violencia dejen el lugar a un clima de recíproca convivencia”.
Y al referirse al Sínodo que están realizando el Santo Padre les dijo que representa “un camino juntos, un momento propicio de confrontación entre las diversidades que enriquecen la comunión fraterna entre ellos, bajo la mirada de Cristo Buen Pastor”. Además, Francisco manifestó su deseo de que se viva este Sínodo “con sentido de responsabilidad, participación y servicio”, teniendo siempre ante sí la imagen del Buen Pastor, que quiere la salvación de todas sus ovejas y se ocupa, de modo especial, de la que se había perdido.
Antes de encomendar la Iglesia Caldea a la materna protección de la Virgen María y de impartir a los Pastores Caldeos, a sus sacerdotes, religiosos y religiosas, junto a todos los fieles, su Bendición Apostólica, como prenda de esperanza y consuelo en el Amor de Dios Misericordioso, el Papa Francisco los exhortó a proseguir su empeño pastoral con fraterna comunión y espíritu misionero, solicitando que sus palabras sirvan de aliciente a los fieles, como la caricia del Papa que transmite calor a sus corazones.