EVANGELIO DEL DÍA LUNES 13 DE FEBRERO DEL 2017

Marcos 8, 11-13: “En aquel tiempo Vinieron los fariseos y empezaron a discutir con Jesús. Querían ponerlo en apuros, y esperaban de él una señal que viniera del Cielo. Jesús suspiró profundamente y exclamó: « ¿Por qué esta gente pide una señal? Yo les digo que a esta gente no se le dará ninguna señal.» Y dejándolos, subió a la barca y se fue al otro lado del lago”.

Reflexión: Por el Servicio de Animación Bíblica de la Diócesis de Ciudad Guayana. Responsable: Luis Perdomo.

Marcos en su Evangelio narra dos veces el episodio del compartir el pan entre Jesús, sus discípulos y la multitud. El pan como alimento, simboliza el sustento de la vida. Este intercambio de pan es el gran signo del amor de Dios, que quiere la vida para todos.

En Marcos capítulo 8, versos 11 al 13, después de la segunda multiplicación de los panes los fariseos van al encuentro de Jesús, burlándose de él. Piden a Jesús una señal del cielo. Con la multiplicación del pan Jesús ya había dado una señal de amor. No cabe a Jesús para dar ninguna señal de poder. La encarnación es la manifestación y la comunicación del amor de Dios, y no de su poder.

Jesús se dirige a los fariseos señalándolos con la expresión esta generación. Hay, en esta expresión, una alusión al grupo obstinado de los líderes religiosos que se oponen a la revelación de Dios. Jesús concluye que no se les dará ninguna señal de poder, tal como se la piden.

En la tradición de estos fariseos las señales de su dios eran manifestaciones de poder y destrucción, que se invocaban para intimidar a los pueblos considerados enemigos. Las señales de Jesús, que son los signos del Reino, no son los actos de poder, en la realización de cosas sorprendentes e increíbles, pero son actos en vista

de la liberación de los oprimidos y la promoción de la vida. La gran señal es el testimonio de amor que conquista a las personas, las hace cambiar de vida y de comportamiento, adhiriéndose el proyecto vivificante de Dios transformando el mundo.

Si en la creación Dios es todopoderoso, en su relación con los hombres y las mujeres, Jesús viene a revelar el verdadero rostro de Dios, es decir el Dios del Amor y del servicio. Toda la vida de Jesús, dedicada a la liberación y restauración de la vida entre los pobres y excluidos, es la revelación del amor del Padre. Así también, los discípulos que viven el amor permanecen en Dios y son señales para el mundo, del amor de Dios hacia toda la humanidad.

Pidámosle a Dios que con los ojos de la fe, podamos reconocer la presencia de Jesús en cada relación donde la vida es respetada, promovida y dignificada. Y siguiendo a Jesús, enviado por el Padre para servir a la causa de la vida, seamos un signo de la presencia de Dios en el mundo. Amen.