EVANGELIO DEL DÍA LUNES 4 DE ABRIL DEL 2016

LUCAS 1,26-38: “En aquel tiempo, el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret, a una joven virgen que estaba comprometida en matrimonio con un hombre llamado José, de la familia de David. La virgen se llamaba María. Llegó el ángel hasta ella y le dijo: «Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo.» María quedó muy conmovida al oír estas palabras, y se preguntaba qué significaría tal saludo. Pero el ángel le dijo: «No temas, María, porque has encontrado el favor de Dios. Concebirás en tu seno y darás a luz un hijo, al que pondrás el nombre de Jesús. Será grande y justamente será llamado Hijo del Altísimo. El Señor Dios le dará el trono de su antepasado David; gobernará por siempre al pueblo de Jacob y su reinado no terminará jamás.» María entonces dijo al ángel: «¿Cómo puede ser eso, si yo soy virgen?» Contestó el ángel: «El Espíritu Santo descenderá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el niño santo que nacerá de ti será llamado Hijo de Dios. También tu parienta Isabel está esperando un hijo en su vejez, y aunque no podía tener familia, se encuentra ya en el sexto mes del embarazo. Para Dios, nada es imposible.» Dijo María: «Yo soy la servidora del Señor, hágase en mí tal como has dicho.» Después la dejó el ángel”.

 

Reflexión: Por el Servicio de Animación Bíblica de la Diócesis de Ciudad Guayana. Responsable: Luis Perdomo.

La Iglesia conmemora hoy la noticia más importante de toda la historia humana: “Dios en persona viene hasta nosotros a traernos la salvación. Ese fue el anuncio hecho por el ángel Gabriel a una joven virgen de Nazaret, llamada María. Y ella dócil a la voluntad de Dios, dijo si, Hágase en mi según tu Palabra.”.

En la fiesta de la ‘Anunciación del Señor, transferida para hoy, porque el 25 de marzo, era el viernes santo, estamos invitados a llenarnos de alegría y esperanza por este gran acontecimiento, y agradecemos a Dios por la misericordia que tuvo con nosotros al darnos a su hijo Jesucristo. Recordamos además, que la Iglesia celebró ayer domingo ‘El Domingo de la Divina Misericordia’.

La Anunciación es narrada por Lucas en el capítulo 1, versículos del 26 al 38. Podemos reflexionar la riqueza de los detalles… En el momento de la Anunciación, Dios presenta a María su plan de salvación, y ella, libre, consciente y generosamente acepta la voluntad del Señor, su Dios.

Dice el Concilio: “El ‘Padre de las misericordias’ quiso que precediera a la Encarnación, la aceptación de parte de la madre predestinada, para que así como la mujer contribuyó a la muerte, así también contribuyera a la vida…” (cf. LG n. 56). El Sí, de María nos trae nuevamente la vida al mundo!

La celebración de la Anunciación, queda exactamente 9 meses antes de navidad y nos orienta en los misterios de Cristo, tanto de su nacimiento como de su Pascua. Además de ser una fiesta del Señor, la Anunciación es, también, una fiesta profundamente mariana. Es por el SI de María que el Hijo de Dios se encarna y realiza la redención del mundo.

El SI de María es de importancia fundamental en el misterio de la redención. Dios no usa a María como instrumento pasivo. Él, la convierte en verdadera colaboradora y participante activa en el plan de salvación y en la Misión salvadora de su Hijo Jesús. Con el SI de María, el Hijo de Dios se transforma en Hijo del Hombre!

Mediante la Anunciación, María es introducida, definitivamente, en el misterio de Cristo y de su pueblo, la Iglesia, originariamente el pueblo de Israel, primer destinatario de las promesas de Dios (cf. Redemptoris Mater, n. 8).

Por su SI libre y generoso María se transforma en “mujer feliz porque ha creído” y “bendita entre todas las mujeres” porque, entre todas, ella fue escogida para concebir, generar y dar a luz a Jesús, el Ungido del Padre y Salvador del género humano. Su SI generoso la convierte en parte fundamental del plan salvífico del Padre.

Agradecidos, con María, podemos cantar: “Mi alma glorifica al Señor y mi espíritu exulta en Dios mi salvador”. Y por todo esto gracias Señor gracia.