
Mateo 5, 20-26: “En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: Yo se lo digo: si no hay en ustedes algo mucho más perfecto que lo de los Fariseos, o de los maestros de la Ley, ustedes no pueden entrar en el Reino de los Cielos. Ustedes han escuchado lo que se dijo a sus antepasados: «No matarás; el homicida tendrá que enfrentarse a un juicio.» Pero yo les digo: Si uno se enoja con su hermano, es cosa que merece juicio. El que ha insultado a su hermano, merece ser llevado ante el Tribunal Supremo; si lo ha tratado de renegado de la fe, merece ser arrojado al fuego del infierno. Por eso, si tú estás para presentar tu ofrenda en el altar, y te acuerdas de que tu hermano tiene algo contra ti, deja allí mismo tu ofrenda ante el altar, y vete antes a hacer las paces con tu hermano; después vuelve y presenta tu ofrenda. Trata de llegar a un acuerdo con tu adversario mientras van todavía de camino al juicio. ¿O prefieres que te entregue al juez, y el juez a los guardias que te encerrarán en la cárcel? En verdad te digo: no saldrás de allí hasta que hayas pagado hasta el último centavo”.
Reflexión: Por el Servicio de Animación Bíblica de la Diócesis de Ciudad Guayana. Responsable: Luis Perdomo.
El santoral del día nos presenta entre otros santos la fiesta en honor a San Policarpo, fue uno de los discípulos del apóstol San Juan Evangelista. Los fieles le profesaban una gran admiración. Y entre sus discípulos tuvo a San Ireneo y a varios santos más. En el año 156 fue martirizado en la Ciudad de Esmina, dando testimonio de fidelidad cristiana.
Y la liturgia diaria, nos presenta al Evangelio de Jesucristo según San Mateo, capítulo 5, versos del 20 al 26En el que se relatala explicación de la Ley por parte de JESÚS a sus discípulos, con una metodología distinta. Las antesis: “Ustedes oyeron que se dijo… pero yo les digo”. Las cuales expresan la novedad que rebasa y supera las actitudes exigidas a los israelitas.
En su conjunto las exigencias de JESÚS, ilustran la continuidad de los dos períodos de la historias de la salvación, pero al mismo tiempo señala una superación de la segunda con relación a la primera, ya que JESÚS, rebasa las interpretaciones casuísticas de algunos judíos de su tiempo, porque interioriza y universaliza la Ley a la luz de como el Padre Celestial expresa su Amor por el ser humano. Por eso es que las exigencias de JESÚS, son expresiones de Amor y no mera preocupación por los preceptos. Sin pasar por alto el valor del Antiguo Testamento, las exigencias son mayores para quienes vivimos en el período del cumplimiento de todo lo dispuesto en el plan de Dios.
Quedarse atados a la Ley es insuficiente, en el cumplimiento hay que ponerle corazón, es decir ánimo y espíritu, integralmente toda la persona. Porque no basta con caminar al filo del precepto, es necesario abundar en generosidad y magnanimidad. JESÚS no pretende radicalizar la Ley de Moisés, sino sacar las consecuencias de ella, derivando el bien del hombre y de todo el entorno donde se desenvuelve. En vez de legalismo, limpieza de corazón, actitud interior de aprecio sincero hacia los demás.
Reparar el mal no es solamente devolver lo que me había llevado. También es ver por qué tengo una personalidad tan poco firme, que me dejo llevar por cualquier deseo, y cómo podré afirmar mi voluntad. A menudo reconocemos que somos fríos para amar a Dios, poco perseverantes en el camino del bien. Este es el resultado de muchos pecados y maldades cometidos a lo largo de los años. Hemos logrado olvidarlos, pero no hemos reparado los daños que hicieron a nuestra conciencia.
Por eso es que esta Palabra nos invita a redescubrirnos y reconvertirnos para que con un sincero arrepentimiento y dejando a un lado los formalismos podamos reparar cada una de nuestras faltas, abrazar a nuestros hermanos, especialmente a aquellos con los que no hayamos peleados o sintamos que no le caemos bien y a los que nos caen “muy pesados”, e invitarlos a formar una comunidad de hermanos y construir así la “civilización del Amor”.
Señor Tu no quieres lo que causa división, lo que resquebraja nuestras relaciones de hijos tuyos. Otórganos la fuerte adhesión de Tu Amor para superar las barreras que nos separan y poder permanecer unidos a Ti. Amen.
