Francisco pide que se mejoren las condiciones de vida en las cárceles del mundo

Después de rezar la oración del Ángelus durante el Jubileo de los Reclusos, el Papa Francisco hizo un llamamiento para que se mejoren las condiciones de vida en las prisiones de todo el mundo y para que –en este Año de Misericordia- las autoridades civiles tengan actos de clemencia a favor de los presos que consideren idóneos para ello.

También habló del acuerdo de París sobre el clima del planeta, recordando que “la humanidad tiene la capacidad de colaborar para salvaguardar lo creado”. Además, recordó a los 38 mártires que han sido beatificados en Escútari, Albania.

Palabras de Francisco:

Queridos hermanos y hermanas,

En ocasión del Jubileo de hoy de los Reclusos, querría hacer un llamamiento a favor de la mejora de las condiciones de vida en las prisiones de todo el mundo, de manera que respete plenamente la dignidad humana de los detenidos. Además, deseo reiterar la importancia de reflexionar sobre la necesidad de una justicia penal que no sea exclusivamente punitiva, sino que esté abierta a la esperanza y la prospectiva de insertar al encarcelado en la sociedad. De manera especial, someto a consideración de las autoridades civiles de cada país la posibilidad de hacer, en este Año Santo de la Misericordia, un acto de clemencia a favor de los presos que considerarán idóneos para que se beneficien de tal disposición.

Hace dos días entró en vigor el Acuerdo de París sobre el clima del Planeta. Este importante paso hacia delante demuestra que la humanidad tiene la capacidad de colaborar para salvaguardar lo creado, para poner la economía al servicio de las personas y para construir la paz y la justicia. Mañana comenzará en Marrakech, Marruecos, una nueva sesión de la Conferencia sobre el clima, dirigida, entre otras cosas, a la actuación de dicho acuerdo. Deseo que todo este proceso esté guiado desde la consciencia de nuestra responsabilidad para el cuidado de la casa común.

Ayer en Escútari, Albania, fueron proclamados beatos 38 mártires: dos obispos, numerosos sacerdotes y religiosos, un seminarista y también laicos, víctimas de la durísima persecución del régimen ateo que dominó durante mucho tiempo este país en el siglo pasado. Ellos sufrieron la cárcel, las torturas y al final la muerte, por ser fieles a Cristo y a la Iglesia. Que su ejemplo nos ayude a encontrar en el Señor la fuerza que sostiene en los momentos de dificultad y que inspira actitudes de bondad, de perdón y de paz.

Saludo a todos ustedes, peregrinos, llegados de diferentes países: las familias, los grupos parroquiales y las asociaciones. En particular, saludo a los fieles de Sídney y de San Sebastián de los Reyes, al Centro Académico Romano Fundación, y a la comunidad católica venezolana en Italia, como también a los grupo de Adria-Rovigo, Mendrisio, Roccadaspide, Nova Siri, Pomigliano D’Arco y Picerno.

A todos les deseo un buen domingo. Por favor, no se olviden de rezar por mí. ¡Buen almuerzo y hasta pronto!