EVANGELIO DEL DÍA LUNES 12 DE NOVIEMBRE DEL 2018

 

   Lucas 17, 1-6: “En aquel tiempo dijo Jesús a sus discípulos: «Es imposible que no haya escándalos y caídas, pero ¡pobre del que hace caer a los demás! Mejor sería que lo arrojaran al mar con una piedra de molino atada al cuello, antes que hacer caer a uno de estos pequeños. Cuídense ustedes mismos. Si tu hermano te ofende, repréndelo; y si se arrepiente, perdónalo. Si te ofende siete veces al día y otras tantas vuelve arrepentido y te dice: «Lo siento», perdónalo.»  Los apóstoles dijeron al Señor: «Auméntanos la fe.» El Señor respondió: «Si ustedes tienen un poco de fe, no más grande que un granito de mostaza, dirán a ese árbol: Arráncate y plántate en el mar, y el árbol les obedecerá”.

  Reflexión: Por el Servicio de Animación Bíblica de la Diócesis de Ciudad Guayana. Responsable: Luis Perdomo.

La Iglesia Universal celebra hoy la fiesta entre otros santos la fiesta en honor a Josafat, patrono de la Reunión entre Ortodoxos y Católicos.  Derramó su sangre por la unidad de los cristianos y era llamado por sus adversarios “ladrón de almas”. Josafat, que significa “Dios es mi juez”, nació en Vladimir de Volhinia en el 1580 de padres ortodoxos. Al convertirse al catolicismo, ingresó a la Orden de San Basilio. Fue ordenado sacerdote en el rito bizantino y posteriormente llegó a ser Arzobispo de Polotzk, Lituania.

Murió El 12 de noviembre de 1623, a manos de una turba que estaba en contra de la unidad de la Iglesia, fue canonizado por el Beato Pío IX, siendo el primer Santo de la Iglesia de oriente con un proceso formal. Durante el Concilio Vaticano II, y a solicitud del Papa San Juan XXIII, los restos de San Josafat fueron puestos en el altar de San Basilio en la Basílica de San Pedro.

Por su parte la liturgia diaria nos invita a meditar el Evangelio de Jesucristo según San Lucas capítulo 17, verso 1 al 6. En el que JESÚS, instruye a sus discípulos, sobre las relaciones fraternas que deben observar entre ellos, sin ocultarles los posibles aspectos problemáticos que pudieran presentarse. Ya que puede haber un hermano que empuje al otro a ser infiel a Dios, se produce así, el escándalo, la ocasión del tropiezo. Contra este incitador se lanza un amenazador “ay”, poniéndolo en guardia ante el desastre final.

También pueden originarse enfrentamientos, calumnias y ofensas entre los creyentes ya que estamos hechos de barro y somos frágiles ante la tentación del pecado. Por lo que hay que tener la valentía de la corrección fraterna, de modo que quien ofende se dé cuenta del fallo cometido y se arrepienta. Y a su vez el ofendido se abra al perdón de tal manera que su corazón quede sanado.

Ante este escenario tan revelador los Apóstoles le piden al Maestro que les aumente la fe, a fin de evitar las desviaciones y las actitudes contrarias a la vida cristiana. Y el Maestro les hace ver que no se trata de cantidad, sino de calidad, ya que basta con tener la gracia inicial, ya irá desarrollándose progresivamente, como el grano de mostaza y logrará cosas aparentemente imposible.

El Evangelio de hoy nos invita a comprender, de una mejor manera, como la fe nos ayuda a crecer y a ser más humanos, si asumimos una actitud reconciliadora ante las personas que arrepintiéndose de sus acciones escandalosas buscan el encuentro con las personas ofendida. Ya que el perdonar es un acto de liberación, en tanto que la ofensa y el rencor, nos sumergen en el lodazal de la incertidumbre, y nos corta la alegría de vivir y de ver la vida con optimismo.

Porque tal como nos lo indica el Maestro el gesto del perdón tiene que estar siempre en el corazón de todos los cristianos, ya que no podemos construir comunidades de paz y de justicia, sin que estemos claros que todos fallamos y que hoy podemos ser agredidos u ofendidos, pero al instante somos nosotros los que con nuestras revanchismo y rencores ofendemos a nuestros semejantes y al propio Dios, que nos invita diariamente a ser portadores de esperanza y de fraternidad.

Señor JESÚS, danos la fuerza necesaria para poder perseverar en el camino de conversión al cual nos has llamado y que los tropiezos y los escándalos en los cuales nos vemos envueltos diariamente, no nos quiten la paz, sino que sean peldaños para el arrepentimiento y para nuestro crecimiento espiritual. Amen.