EVANGELIO DEL DÍA MARTES 13 DE NOVIEMBRE DEL 2018

 

      Lucas 17,7-10: “En aquel tiempo, Jesús dijo a sus Apóstoles ¿Acaso tienen un servidor que está arando o cuidando el rebaño? Y cuando éste vuelve del campo, ¿le dicen acaso: Entra y descansa? ¿No le dirán más bien: Prepárame la comida y ponte el delantal para servirme hasta que yo haya comido y bebido, y después comerás y beberás tú?  ¿Y quién de ustedes se sentirá agradecido con él porque hizo lo que le fue mandado? Así también ustedes, cuando hayan hecho todo lo que les ha sido mandado, digan: Somos servidores que no hacíamos falta, hemos hecho lo que era nuestro deber.»

  Reflexión: Por el Servicio de Animación Bíblica de la Diócesis de Ciudad Guayana. Responsable: Luis Perdomo.

La Iglesia Universal, celebra hoy la fiesta, entre otros santos, en honor a la Beata María Teresa de Jesús. Fundadora del Instituto de Nuestra Señora del Monte Carmelo, gran contemplativa, mística de la Pasión. En ella, se cumple maravillosamente el dicho de san Juan de la Cruz: «Donde no hay amor, pon amor, y recibirás amor». Nació el 15 de mayo de 1825 en Montevarchi, Toscana, Italia, y murió el 14 de noviembre de 1889. Fue beatificada el 8 de octubre de 2006 por el cardenal Saraiva, como Delegado de Benedicto XVI.

Y la liturgia diaria nos presenta el Evangelio de JESUCRISTO, Según San Lucas  capítulo 17, versos del 7 al 10, en el que se narra una breve parábola sobre el siervo y en el que se presentan dos aspectos aparentemente contrapuestos. Si lo interpretamos de manera literal, los responsables de los grupos pastorales, de las comunidades cristianas, los jefes de familia, o los jefes o gerentes responsables de un grupo laboral, podríamos vernos representados en el amo a quien el criado o empleado, tiene que atender a sus requerimientos personales, después de haber trabajado duro toda una jornada.

Si le damos una interpretación alegórica, entonces el relato toma otro derrotero, ya que los responsables de los grupos pastorales, de las comunidades cristianas, los jefes de familia, o los jefes o gerentes responsables de un grupo laboral, somos los siervos llamados a apacentar el pueblo de Dios, compartiendo con Él el pan de la vida. Ya que el único dueño de todo y de todos es Dios, ante Él nadie puede vanagloriarse por el servicio desempeñado, ya que para eso hemos sido llamados y solo hacemos lo que nos corresponde hacer.

Y es que el sello distintivo de un cristiano es el servicio diligente y desinteresado, y es lo que marcó la diferencia con la práctica de la religión judía, que cambiaba favores divinos por ofrendas en dinero, alimentos y animales para el sacrificio, manteniendo una creencia de que si doy bienes para los sacrificios del Templo, entonces Dios me recompensará con muchos bienes materiales y con mucha descendencia y podré presumir ante toda la sociedad de ser un predilecto de Dios. Pero en la lógica cristiana esto no es así, ya que la acción del servicio es valiosa en si misma y el valor agregado de esta acción es la gratuidad.

Al igual que los cristianos de las primeras comunidades, nosotros tenemos hoy el desafío de romper con la estrategia de la cultura mercantilista que programa reacciones para responder únicamente al estímulo de la recompensa o de la gratificación. Porque nada hay más valioso que lo que no tiene precio y nada hay más gratificante que lo que se hace sin esperar recompensa.

Por eso hoy es el día para preguntarnos: ¿Actúo como el amo insensible, que exprimo todas las fuerzas, los sueños y esperanzas de mis semejantes, para mis beneficios personales? ¿Soy el siervo que hace todo esperando un reconocimiento, o una paga por cada una de mis acciones a favor de mis semejantes o en la difusión del Evangelio? ¿Soy el siervo inútil, consciente de mis limitaciones, que asumo con alegría el servicio para el cual he sido llamado?

Señor JESÚS, Tus nos enseñas con los avatares de cada día, a descubrir el gozo por el servicio, hecho con amor, sin esperar nada a cambio. Ya que Tú mismo eres el remanso de paz para los que actúan de esa manera. Amen.