Mateo 5, 38-42: “En aquel tiempo Jesús les dijo: Ustedes han oído que se dijo: «Ojo por ojo y diente por diente.» Pero yo les digo: No resistan al malvado. Antes bien, si alguien te golpea en la mejilla derecha, ofrécele también la otra. Si alguien te hace un pleito por la camisa, entrégale también el manto. Si alguien te obliga a llevarle la carga, llévasela el doble más lejos. Da al que te pida, y al que espera de ti algo prestado, no le vuelvas la espalda”.
Reflexión: Por el Servicio de Animación Bíblica de la Diócesis de Ciudad Guayana. Responsable: Luis Perdomo.
La Iglesia celebra hoy uno de sus santos más populares: San Antonio de Padua. Nacido en Portugal, siendo adulto ingresó a la Orden agustiniana; pero deseando ser misionero y mártir, se hizo luego franciscano, y acabó siendo el santo de los enamorados y de los matrimonios el santo del “pan de los pobres”, y el que encuentra las cosas perdidas, santo muy querido en el mundo entero.
El evangelio del día, continúa con las novedades de Jesús, hoy le propone al cristiano otros métodos y actitudes para enfrentar las ofensas y agresiones. Leemos el texto en Mateo, capítulo 5, versículos del 38 al 42. Veamos un poco el texto: “Han oído que se dijo: ‘Ojo por ojo y diente por diente!’ pero, yo les digo: ‘No resistan al malvado: A quién te abofetea en la mejilla derecha, preséntale también la otra! Si alguien quiere tomar tu túnica, dale también el manto! […] Da a quien te pida, y no des la espalda al que te pide prestado”.
“Ojo por ojo, diente por diente!” Así rezaba la regla que se conoce como Ley del Talión. Esa regla valía también para la antigua Ley judía, en un esfuerzo que buscaba contener la venganza en los límites de la paridad. Tarea nada fácil pues la venganza acostumbra a desencadenar una espiral de violencia…
Jesús propone que sus discípulos superen esa “estricta justicia”, incluso por encima de los derechos personales, imitando la paciencia y el respeto de Dios para con todos, interrumpiendo así la espiral de la violencia. Una vez más Jesús hace prevalecer el precepto de la fraternidad y de un amor incondicional.
Ofrecer la otra mejilla, entregar también el manto, andar más de un kilómetro… es el método que Jesús nos enseña para frenar la venganza, quitar las armas y desmontar gratuitamente la violencia de los malvados. Es vencer el mal y el odio con el AMOR.
Estamos llamados a ser misericordiosos como el Padre celestial es misericordioso. “Llegó el tiempo de asumir el anuncio jubiloso del perdón. […] El perdón es una fuerza que resucita para nueva vida e infunde el coraje de mirar hacia el futuro con esperanza” (El Rostro de la Misericordia, n. 10).
En vez del “diente por diente y ojo por ojo”, Jesús nos enseña a amar a nuestros enemigos y a orar por aquellos que nos persiguen. Con Francisco de Asís y Antonio de Padua, pedimos hoy que Dios nos conceda el Espíritu Santo y su santo modo de actuar. Que podamos dar un verdadero testimonio del amor misericordioso del Padre celestial. Amen.