
Mateo 13, 1-9: “En aquel tiempo, Jesús salió de casa y fue a sentarse a orillas del lago. Pero la gente vino a Él en tal cantidad, que subió a una barca y se sentó en ella, mientras toda la gente se quedó en la orilla. Jesús les habló de muchas cosas, usando comparaciones o parábolas. Les decía: «El sembrador salió a sembrar. Y mientras sembraba, unos granos cayeron a lo largo del camino: vinieron las aves y se los comieron. Otros cayeron en terreno pedregoso, con muy poca tierra, y brotaron en seguida, pues no había profundidad. Pero apenas salió el sol, los quemó y, por falta de raíces, se secaron. Otros cayeron en medio de cardos: éstos crecieron y los ahogaron. Otros granos, finalmente, cayeron en buena tierra y produjeron cosecha, unos el ciento, otros el sesenta y otros el treinta por uno. El que tenga oídos, que escuche.»
Reflexión: Por el Servicio de Animación Bíblica de la Diócesis de Ciudad Guayana. Responsable: Luis Perdomo.
En la lectura de hoy, Mateo, en el capítulo 13 de su evangelio, versículos del 1 al 9, nos narra que Jesús, estaba en casa, en Cafarnaún, se sentó a la orilla del mar y se le juntó mucha gente, entonces Él, subió a la barca y se puso a enseñarles.
En este capítulo 13, Mateo reúne una colección de siete parábolas atribuidas a Jesús por la tradición Cristiana. La primera parábola se lee hoy, y es la del sembrador que salió a sembrar la semilla. Una parte cayó a la orilla del camino y vinieron las aves y se la comieron, Otra parte cayó en terreno pedregoso. Al brotar por no tener raíces se secó. Otra parte cayó entre espinos, al crecer se ahogó con los espinos y murió. Otra parte, finalmente, cayó en tierra buena y produjo frutos abundantes.
Jesús sale de la “casa”, ambiente de convivencia con los discípulos, y se sienta a la orilla del mar”, local donde se reúne la multitud. Él, les habla en parábolas, con imágenes de la vida cotidiana, accesible a todos, a fin de que todos comprendan su mensaje. En la parábola, Jesús, el sembrador, con su palabra, la semilla, es la fuente vital, el compromiso y de la perseverancia en el Reino de Dios. La diversidad está en los diferentes tipos de terrenos, esto es, en las personas y la disponibilidad con que reciben la palabra de Jesús.
Unos oyen la palabra, pero viene el demonio de la ideología del poder, con su propaganda, y, con sus mentiras e ilusiones, les roba la palabra. Otros oyen la palabra y hasta se alegran, pero son inestables, y no tienen raíces en sí mismos, frente a cualquier dificultad, abandonan la Palabra. Hay también aquellos que oyen la palabra, pero, preocupados por acumular riquezas y otras ambiciones de este mundo, sofocan la palabra y no dan frutos. Finalmente aquellos que reciben la palabra como semilla en tierra buena y dan frutos abundantes. Estos, acogiendo la palabra con interés y cariño, la ponen en práctica, tejiendo un nuevo tejido social con hilos de amor y de misericordia, del compartir fraterno y de la solidaridad, construyendo la Paz en este mundo.
El Dios de amor y de la vida, por su palabra encarnada, Jesús, libera el mundo, dominado por la ambición del dinero, venciendo la muerte y comunicando la vida plena a todos. Y que la palabra de Jesús, sembrada en nuestro corazón, sea acogida con alegría, produciendo frutos de amor y misericordia, que permanezcan hasta la vida eterna. Amen.
