Mateo 8, 28-34: “En aquel tiempo cuando Jesús llegó a la otra orilla, a la tierra de Gadara, dos endemoniados salieron de entre los sepulcros y vinieron a su encuentro. Eran hombres tan salvajes que nadie se atrevía a pasar por aquel camino. Y se pusieron a gritar: «¡No te metas con nosotros, Hijo de Dios! ¿Has venido aquí para atormentarnos antes de tiempo?» A cierta distancia de allí había una gran piara de cerdos comiendo. Los demonios suplicaron a Jesús: «Si nos expulsas, envíanos a esa piara de cerdos.» Jesús les dijo: «Vayan». Salieron y entraron en los cerdos. Al momento toda la piara se lanzó hacia el lago por la pendiente, y allí se ahogaron. Los cuidadores huyeron, fueron a la ciudad y contaron todo lo sucedido, y lo que había pasado con los endemoniados. Entonces todos los habitantes salieron al encuentro de Jesús y, no bien lo vieron, le rogaron que se alejase de sus tierras”.
Reflexión: Por el Servicio de Animación Bíblica de la Diócesis de Ciudad Guayana. Responsable: Luis Perdomo.
La Iglesia Universal celebra hoy la fiesta entre otros santos en honor al Beato Pier Giorgio Frassati, nació el 6 de abril de 1901 y murió en Turín el 4 de julio de 1925. Unos días antes había escrito: «En este mundo que se ha alejado de Dios falta la paz, pero falta también la caridad, o sea el amor verdadero y perfecto. Quizá si San Pablo fuese escuchado por todos nosotros, las miserias humanas serían un poco disminuidas». Juan Pablo II lo beatificó el20 de mayo de 1990. Lo denominó «el hombre de las ocho bienaventuranzas, y es el Patrono oficial de las Jornadas mundiales de la juventud»
Y la liturgia de hoy nos presenta al Evangelio de JESUCRISTO, según San Mateo capítulo 8, versos del 28 al 34, donde se narra el encuentro de JESÚS con unos endemoniados que viven en los sepulcros o grutas destinadas a las sepulturas, y que de acuerdo a las normas judías son lugares de contaminación. Los endemoniados salen al encuentro de JESÚS, como si lo estuvieran esperando, lo reconocen antes y más que la gente normal, designándole como Hijo de Dios, pero viendo en Él una amenaza.
En tiempos de JESÚS, corría una convicción de que un día los malos espíritus sufrirían los tormentos del fuego. En realidad, ya ahora, por donde pasa JESÚS, el mal queda derrotado. Símbolo inequívoco de esa situación es el desbarajuste de la piara de cerdos que acaba ahogándose en el mar. A pesar de estas señales, los habitantes de la región no aceptan al Maestro y le ruegan que se vaya.
Con este gesto JESÚS se enfrenta a un dilema que ha perdurado hasta nuestros días, o ayudar a los necesitados o preservar ciertas costumbres. Como siempre JESÚS, elige colocar a las personas en primer lugar y relativizar las costumbres, e interviene para transformar la marginación a la que están sometidos los endemoniados. Una vez liberados de estas fuerzas que los enajenan, estas personas pueden volver a sus casas, a convivir con sus semejantes. La acción es buena pero la gente del lugar no acepta lo que hace JESÚS y coloca sus prejuicios por encima de las necesidades de estos dos marginados y oprimidos.
Al confrontarnos con el texto, podemos preguntarnos ¿Cuántas veces nosotros le damos más peso y valor a las costumbres, muchas de las cuales son absurdas y sin sentido, que a las personas, sobre todo si son necesitados y excluidos? ¿En nuestras vidas cotidianas el peso de las costumbres puede ser mayor que la libertad que nos brinda el Evangelio de JESÚS?
Señor JESÚS, con Tu Presencia desbaratas la potencia del mal y vas abriendo caminos de esperanza, danos por favor el discernimiento necesario para percibir Tu obra y dejarnos conducir por Ti. Amen.