EVANGELIO DEL DÍA MIERCOLES 7 DE MARZO DEL 2018

 

Mateo 5, 17-19: “En aquel tiempo Jesús dijo a sus discípulos: no crean que he venido a suprimir la Ley o los Profetas. He venido, no para deshacer, sino para llevar a la forma perfecta. En verdad les digo: mientras dure el cielo y la tierra, no pasará una letra o una coma de la Ley hasta que todo se realice. Por tanto, el que ignore el último de esos mandamientos y enseñe a los demás a hacer lo mismo, será el más pequeño en el Reino de los Cielos. En cambio el que los cumpla y los enseñe, será grande en el Reino de los Cielos”.

Reflexión: Por el Servicio de Animación Bíblica de la Diócesis de Ciudad Guayana. Responsable: Luis Perdomo.

El santoral del día nos presenta entre otros santos la fiesta en honor a las Santas Perpetua y Felicidad. Estas famosas santas martirizadas que se nombran en el Canon Romano, murieron en la ciudad de Cartago, África, en el año 203. La valentía de estas dos madres, narrada en el martirologio, impactan por la firmeza frente a las fieras del circo cartaginés.

Y la liturgia de hoy nos presenta al Evangelio de Jesús, según San Mateo capítulo 5, versos del 17 al 19, donde se relata, el discurso dado por JESÚS a sus discípulos, entorno a la necesidad del cumplimiento de la Ley, pues era una etapa transitoria, pero necesaria, en la historia de la salvación. Las profecías tenían que cumplirse; asimismo los ritos y sacrificios de dicha religión, que expresaban a su manera el misterio del pecado y de la misericordia, los que debían aclararse en la persona de JESÚS.

JESÚS, se presenta como el nuevo legislador y proclama una Ley superior a la Mosaica, pero sin abolirla, al contrario, llevándola a la realización plena, porque el Antiguo Testamento en cuanto a Profecía del Reinado de Dios, aguardaba precisamente el cumplimiento de las mismas. Ello implica por qué el Evangelio no se puede tomar en franjas o zonas, unas cosas si y unas cosas no, aceptando unas parte y rechazando otras, sino que hay que asumirlo en bloque, porque: “Dios, inspirador y autor de ambos Testamentos, dispuso las cosas tan sabiamente que el Nuevo Testamento está latente en el Antiguo y el Antiguo está patente en el Nuevo. Porque, aunque Cristo fundó el Nuevo Testamento en su sangre, no obstante los libros del Antiguo Testamento recibidos íntegramente en la proclamación evangélica, adquieren y manifiestan su plena significación en el Nuevo Testamento, ilustrándolo y explicándolo al mismo tiempo” (DV 16).

La Ley y los Profetas era una manera de referirse a toda la Biblia, es decir hasta que todo se realice. Jesús no habla sólo de cumplir los mandamientos. Más bien es la religión del Antiguo Testamento la que ha de cumplirse. Por eso Jesús precisa: El que no cumpla hasta lo más mínimo de la Ley no entrará al Reino. Y no entrarán los que siempre encuentran pretextos para disculpar su dejación: «Estos mandamientos no son muy importantes.» Hay otros, en cambio, que fueron cumplidores de la Ley hasta el día en que Jesús les mostró que lo más importante no era la Ley, sino su espíritu. Estos, al seguir a Cristo, no pensarán haber encontrado un camino más fácil, sino el llamado a una vida más perfecta.

En el momento en que Jesús se dispone a enseñarnos una nueva manera de entender la Ley de Dios, nos pone en guardia contra la tentación de lo fácil. Muchas personas podrían aprovecharse de las palabras de Jesús y decir: «¡Menos mal! Ya no hay tanto que cumplir; la religión va a ser más fácil!»  Si bien la observancia de las leyes de la Biblia no es para nosotros la regla suprema, vemos en ellas expresiones del amor verdadero y su protección. Al mirarlas para interiorizar su espíritu, nos ponemos a disposición del Espíritu, que nos llevará más lejos aún. Así descubriremos una «justicia» o una perfección muy superior a la de los canonistas de ese tiempo, que eran los escribas y fariseos.

  •   Señor JESÚS, desbarata en nosotros todo legalismo que juzga superficialmente las acciones de nuestros prójimos y danos la capacidad necesaria para discernir Tu mandamiento supremo del Amor, y así para poder ser Tus testigos a toda hora y en todos los lugares donde vayamos. Amen.