EVANGELIO DEL DIA VIERNES 19 DE FEBRERO DEL 2016

Mateo 5, 20-26: “Yo se lo digo: si no hay en ustedes algo mucho más perfecto que lo de los Fariseos, o de los maestros de la Ley, ustedes no pueden entrar en el Reino de los Cielos.  Ustedes han escuchado lo que se dijo a sus antepasados: «No matarás; el homicida tendrá que enfrentarse a un juicio.»  Pero yo les digo: Si uno se enoja con su hermano, es cosa que merece juicio. El que ha insultado a su hermano, merece ser llevado ante el Tribunal Supremo; si lo ha tratado de renegado de la fe, merece ser arrojado al fuego del infierno. Por eso, si tú estás para presentar tu ofrenda en el altar, y te acuerdas de que tu hermano tiene algo contra ti, deja allí mismo tu ofrenda ante el altar, y vete antes a hacer las paces con tu hermano; después vuelve y presenta tu ofrenda. Trata de llegar a un acuerdo con tu adversario mientras van todavía de camino al juicio. ¿O prefieres que te entregue al juez, y el juez a los guardias que te encerrarán en la cárcel?   En verdad te digo: no saldrás de allí hasta que hayas pagado hasta el último centavo”.

Reflexión: Por el Servicio de Animación Bíblica de la Diócesis de Ciudad Guayana. Responsable: Luis Perdomo

 El evangelio de hoy es el capítulo 5 de San Mateo, los versículos del 20 al 26 y Deben leerse en el contexto del Sermón de la Montaña, (cap. 5-7). Es el primero de los cinco discursos de Jesús en este evangelio. Jesús habla de los ciudadanos del Reino: quienes son, cuáles son sus privilegios, sus responsabilidades, y su destino.

“Veamos un poco el texto: “Porque les digo: si su justicia no es mayor que la de los escribas y fariseos no entrarán en el Reino de Dios! […] Si, pues, cuando presentes tu ofrenda en el altar te recuerdas que tu hermano tiene algo contra ti… ve primero a reconciliarte con tu hermano y después anda a llevar tu ofrenda”.

Justicia es cumplir los mandamientos, es obedecer la Ley. De sus discípulos Jesús pide más. Pide la superación de la Ley por la caridad. Subrayando “Han oído que se dijo… pues yo les digo” que se repite seis veces, Jesús deja muy claro cuál es la voluntad del Padre y cuál debe ser nuestra actitud en cuestiones puntuales y prácticas. Podemos decir que hoy Jesús establece los criterios de la nueva Ley, que no revoca la antigua, sino que la completa, y establece así los nuevos criterios de la justicia y de la santidad del Reino: “Sed perfectos como vuestro Padre celestial es perfecto”.

Jesús pide el amor gratuito. Un amor que no puede quedar restringido al círculo de los más cercanos, ni reservado a aquellos que me aman. Va más allá, atendiendo incluso a los enemigos. Amar es la regla única: “Ámense los unos a los otros como yo los amé”. No podemos anular la misericordia. El llamado a la observancia de la ley, justicia, no puede poner obstáculos que impidan dar atención a las necesidades que afectan la dignidad de la persona. Es necesario entender y practicar lo que dice el profeta Oseas: “Yo quiero misericordia y no sacrificio” (Os 6,6).

En El Rostro de la Misericordia, leemos: “Jesús afirma que, a partir de ahora, la regla y la vida de sus discípulos deberá ser aquella que prevé el primado de la misericordia, como el mismo da testimonio compartiendo la comida con los pecadores” (cf. O Rosto da Misericordia, n. 20).

Para amar a Dios, necesitamos pasar por la “puerta” que se llama Hermano, prójimo.  San Juan define a Dios, AMOR, y San Pablo insiste en decir que puedo tener todas las virtudes, pero que si no tengo amor, no soy nada. Pidamos, pues, que Dios nos haga perfectos en la caridad para que vivamos en el amor. Amen.