Juan 14, 21-26: “En aquel tiempo Jesús dijo a sus discípulos El que guarda mis mandamientos después de recibirlos, ése es el que me ama. El que me ama a mí será amado por mi Padre, y yo también lo amaré y me manifestaré a él.» Judas, no el Iscariote, le preguntó: «Señor, ¿por qué hablas de mostrarte a nosotros y no al mundo?» Jesús le respondió: «Si alguien me ama, guardará mis palabras, y mi Padre lo amará. Entonces vendremos a él para poner nuestra morada en él. El que no me ama no guarda mis palabras; pero el mensaje que escuchan no es mío, sino del Padre que me ha enviado. Les he dicho todo esto mientras estaba con ustedes. En adelante el Espíritu Santo, el Intérprete que el Padre les va a enviar en mi Nombre, les enseñará todas las cosas y les recordará todo lo que yo les he dicho”.
Reflexión: Por el Servicio de Animación Bíblica de la Diócesis de Ciudad Guayana. Responsable: Luis Perdomo.
La Iglesia Universal celebra hoy, la fiesta en honor a San Isidro Labrador, hombre humilde y sencillo sin tanta cultura, que dejó como testimonio cristiano un inmenso respeto por la naturaleza, cultivando de esa manera una unión íntima con Dios, en la que tenemos que buscar el sustento material y espiritual.
Por su parte la liturgia diaria nos invita a meditar el Evangelio según San Juan capítulo 14, versos 21-26. En este texto del evangelista Juan, que está enmarcado dentro de la sección de los discursos, Jesús les hace la primera promesa a sus discípulos que no los va a dejar huérfanos, les enviará al Espíritu para unir y fortalecer a la comunidad. Les dará otro Protector: Jesús se refiere al Espíritu Santo, y lo llama el «Paracletos». Esta palabra griega tiene varios sentidos, entre otros: protector, consolador, intérprete. Protector: el Espíritu guía a los creyentes e inspira su oración para que sea escuchada; Intérprete: el Espíritu nos hace comprender e interpretar para cada tiempo las palabras de Jesús.
“Judas le preguntó: ¿Por qué hablas de mostrarte a nosotros y no al mundo?” Judas ha creído que Jesús los citaría para encuentros secretos. No se trata de eso; Jesús quiso decir que se mostraría a ellos, o sea, se daría a conocer mediante su Espíritu, enseñándoles y dándoles la paz.
La fe no es una simple adhesión intelectual a algunas verdades reveladas, ni se identifica totalmente con la práctica de ritos religiosos. La fe es una experiencia personal y de comunión con Jesús, que se expresa a través de la obediencia a su Palabra. El dinamismo más íntimo de la fe, es el de un amor recíproco.
Creer en Jesús es amarlo y al mismo tiempo descubrirse amado por Él y por el Padre. La expresión visible de este misterio es la acogida perseverante de la Palabra de Jesús, que después de Pascua continúa eficaz y vivificante transformándonos por la acción del Espíritu Santo.
Pidámosle a Dios que a imitación de San Isidro Labrador, podamos descubrir en el esplendor de la naturaleza y en las personas que nos rodean la bondad y la justicia de Dios, y con la fortaleza del Espíritu Santo perseveremos en la construcción de un mundo más justo y solidario. Amen.