Lucas 4, 24-30: “En aquel tiempo Jesús llegó a Nazaret, entró a la sinagoga y dijo: «Ningún profeta es bien recibido en su patria. En verdad les digo que había muchas viudas en Israel en tiempos de Elías, cuando el cielo retuvo la lluvia durante tres años y medio y un gran, hambre asoló a todo el país. Sin embargo a ninguna de ellas, fue enviado Elías, sino a una mujer de Sarepta, en tierras de Sidón. También había muchos leprosos en Israel en tiempos del profeta Eliseo, y ninguno de ellos fue curado, sino Naaman, el sirio.» Todos en la sinagoga se indignaron al escuchar estas palabras; se levantaron y lo empujaron fuera del pueblo, llevándolo hacia un barranco del cerro sobre el que está construido el pueblo, con intención de arrojarlo desde allí. Pero Jesús pasó por medio de ellos y siguió su camino”.
Reflexión: Por el Servicio de Animación Bíblica de la Diócesis de Ciudad Guayana. Responsable: Luis Perdomo
Llegamos al final de este mes de febrero, año bisiesto. La liturgia de hoy propone para nuestra reflexión el texto del evangelio de Lucas, capítulo 4, versículos del 24 al 30.
En este texto vamos a reflexionar sobre el ejemplo que Jesús da del tiempo del profeta Elías, cuando no llovió durante tres años y seis meses y en toda la región había mucha hambre, y además había muchas viudas en Israel. Sin embargo, el profeta Elías, fue enviado solo a una en Sarepta.
Y en el tiempo de Eliseo, había muchos leprosos en Israel, pero ninguno de ellos fue curado, sino Naaman, el Sirio. Al oír estas palabras en la sinagoga, todos se pusieron furiosos. Se Levantaron y lo expulsaron de la ciudad… Jesús, pasando en medio de ellos, siguió su camino.
Al inicio de su ministerio, Jesús dice que vino a resolver el problema de los pobres. Todos aplaudían felices, porque el pobre incomoda. Jesús se atrevió incluso a decir lo que ellos no querían oír, y les dice que el problema de los pobres, si es un problema, que se resolverá solo cuando todos se quiten de la cabeza esas ideas de privilegios, y asuman postura de responsabilidad con los más necesitados.
Jesús dice eso, citando acciones de los profetas Elías y Eliseo que socorren a los paganos en sus necesidades. Ellos se preguntaban: ¿Cómo es posible que los Profetas de Israel dejen las viudas y los enfermos de su pueblo y socorran a los extranjeros? Somos el pueblo elegido, y Dios tiene obligaciones con nosotros sus preferidos.
La vida de Jesús estuvo permeada de trampas y persecuciones, que podían haberlo bloqueado, a tal punto de impedir que llevara adelante la misión recibida del Padre. Los adversarios no le daban tregua. Lo asediaban en todo lugar, con el objetivo de hacerlo cambiar de rumbo.
Jesús, pasando entre ellos, siguió su camino, resume su postura constante. Nada fue suficientemente fuerte para cambiar el rumbo de su misión: hacer la voluntad del padre. Su perseverancia es un ejemplo para nosotros hoy.
Pidamos que jamás nos desviemos del camino trazado por el Padre, inspirados en la perseverancia de Jesús, quien fue siempre fiel. Y que la gracia y la paz de Dios nuestro Padre, el amor de Jesús, nuestro hermano y Señor, la fuerza y la luz del Espíritu Santo estén hoy y siempre en nuestros corazones!