EVANGELIO DEL DÍA MIÉRCOLES 15 DE JUNIO DEL 2016  

           

            

  Mateo 6, 1-18: “En aquel tiempo Jesús les dijo: Guárdense de las buenas acciones hechas a la vista de todos, a fin de que todos las aprecien. Pues en ese caso, no les quedaría premio alguno que esperar de su Padre que está en el cielo. Cuando ayudes a un necesitado, no lo publiques al son de trompetas; no imites a los que dan espectáculo en las sinagogas y en las calles, para que los hombres los alaben. Yo se lo digo: ellos han recibido ya su premio. Tú, cuando ayudes a un necesitado, ni siquiera tu mano izquierda debe saber lo que hace la derecha: tu limosna quedará en secreto. Y tu Padre, que ve en lo secreto, te premiará. Cuando ustedes recen, no imiten a los que dan espectáculo; les gusta orar de pie en las sinagogas y en las esquinas de las plazas, para que la gente los vea. Yo se lo digo: ellos han recibido ya su premio. Pero tú, cuando reces, entra en tu pieza, cierra la puerta y ora a tu Padre que está allí, a solas contigo. Y tu Padre, que ve en lo secreto, te premiará. Cuando pidan a Dios, no imiten a los paganos con sus letanías interminables: ellos creen que un bombardeo de palabras hará que se los oiga. No hagan como ellos, pues antes de que ustedes pidan, su Padre ya sabe lo que necesitan. Ustedes, pues, recen así: Padre nuestro, que estás en el Cielo, santificado sea tu Nombre, venga tu Reino, hágase tu voluntad así en la tierra como en el Cielo. Danos hoy el pan que nos corresponde; y perdona nuestras deudas, como también nosotros perdonamos a nuestros deudores; y no nos dejes caer en la tentación, sino líbranos del Maligno. Porque si ustedes perdonan a los hombres sus ofensas, también el Padre celestial les perdonará a ustedes. Pero si ustedes no perdonan a los demás, tampoco el Padre les perdonará a ustedes. Cuando ustedes hagan ayuno, no pongan cara triste, como los que dan espectáculo y aparentan palidez, para que todos noten sus ayunos. Yo se lo digo: ellos han recibido ya su premio. Cuando tú hagas ayuno, lávate la cara y perfúmate el cabello. No son los hombres los que notarán tu ayuno, sino tu Padre que ve las cosas secretas, y tu Padre que ve en lo secreto, te premiará”.

 

Reflexión: Por el Servicio de Animación Bíblica de la Diócesis de Ciudad Guayana. Responsable: Luis Perdomo.

Iniciamos hoy el capítulo 6 del Evangelio de San Mateo, con los versículos del 1 al 18. Estos versículos comienzan con una advertencia de Jesús para que no practiquemos nuestras buenas obras en público, para ser vistos por la gente. Hoy nos habla Jesús de la limosna y el ayuno. La oración será reflexión para el día de mañana.

Jesús es muy práctico en el texto de hoy: “Cuidado con practicar su justicia delante de los hombres… Cuando den una limosna, no te pongas a pregonar en público… Cuando des limosna que no sepa tu mano izquierda lo que hace tu derecha…  Cuando ores entra en tu cuarto y ora a tu Padre ocultamente…”

La conclusión de todos esos enunciados es siempre la misma: Si hacen las cosas solo para ser vistos y reconocidos por las personas, ya habrás recibido tu recompensa y si lo haces en secreto, entonces el Padre del Cielo, que ve en lo secreto, el mismo te recompensará!

El texto establece una polarización entre la autenticidad, hoy tan buscada y la vanidad, ostentación, vicio común en una sociedad donde importa más aparecer que realmente ser. Esta es la crítica que Jesús hace: “No sean como los hipócritas…”. La práctica religiosa exige la sinceridad del corazón.

Jesús enseña a sus discípulos que deben practicar sus deberes religiosos, y enseña también que la limosna, la oración y el ayuno se practican para alabar y honrar a Dios y estar al servicio de los hermanos, pero no sirven para ser vistos y elogiados por los otros.

El Año Santo del Jubileo de la Misericordia nos invita a abrir nuestro corazón a aquellos que viven en las diferentes periferias existenciales, redescubriendo las obras de misericordia corporales y espirituales. Vamos a redescubrir algunas para practicarlas:

Obras de misericordia materiales: dar de comer al hambriento, dar de beber al sediento, vestir al desnudo, acoger al extranjeros, asistir al enfermo, visitar al que está preso, enterrar a los muertos. Obras de misericordia espirituales: dar consejo al que lo necesita, enseñar al que no sabe, corregir al que se equivoca, consolar al triste, perdonar las ofensas, rogar a Dios por los vivos y difuntos, soportar a las personas desagradables. (cf. El Rostro de la Misericordia, n. 15).

No podemos olvidar que, ante Dios, seremos juzgados por la práctica sincera de la caridad y de las obras de misericordia. Estamos viviendo el Jubileo Extraordinario de la Misericordia y estamos invitados a participar de manera consciente y activa. Alabemos y agradezcamos el amor misericordioso de Dios, haciendo nuestra parte y practicando la caridad. Amen.