EVANGELIO DEL DÍA VIERNES 17 DE MAYO DEL 2019

 

Juan 14,1-6: “En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «No se turben; crean en Dios y crean también en mí. En la casa de mi Padre hay muchas habitaciones. De no ser así, no les habría dicho que voy a prepararles un lugar. Y después de ir y prepararles un lugar, volveré para tomarlos conmigo, para que donde yo esté, estén también ustedes. Para ir a donde yo voy, ustedes ya conocen el camino.»  Entonces Tomás le dijo: «Señor, nosotros no sabemos adónde vas, ¿cómo vamos a conocer el camino?» Jesús contestó: «Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida. Nadie va al Padre sino por mí”.

  Reflexión: Por el Servicio de Animación Bíblica de la Diócesis de Ciudad Guayana. Responsable: Luis Perdomo.

La Iglesia universal celebra hoy la Fiesta entre otros santos en honor a San Pascual BailónYubero nació en Torrehermosa, provincia de Zaragoza, el 16 de mayo de 1540, día de Pascua de Pentecostés. Moriría igualmente en Pascua, el 17 de mayo de 1592. El Martirologio Romano nos dice que San Pascual Bailón fue un hombre de vida austera y de maravillosa inocencia. La santa Sede lo proclamó Patrono de los Congresos Eucarísticos y de las Cofradías del Santísimo Sacramento.

Y la liturgia de hoy nos presenta al Evangelio de JESUCRISTO, según San Juan capítulo14, versos del 1al 6,en el que el evangelista nos coloca ante el destino definitivo de los hombres: la vida en Dios. La inminente partida de JESÚS ha turbado el corazón de los discípulos, JESÚS los invita simplemente a “creer”, que, en este contexto, se traduce como confiar, para vencer su miedo e incertidumbre. Porquelo contrario a la fe no es tanto la incredulidad, sino el miedo.

JESÚS nos promete preparar a cada uno un lugar en la casa del Padre. Por eso JESÚS nos pide que confiemos en Él, como la roca firme que es. JESÚS se ha ido físicamente, pero permanece espiritualmente a nuestro lado y volverá glorioso para hacernos partícipes del banquete de la vida eterna. Para ello es necesario recorrer el camino de la fe en Él, pues Él mismo es el camino que conduce al Padre, precisamente porque es la Verdad y la Vida.

«Yo soy el Huésped», pudo decir JESÚS. Nuestro mejor custodio, nuestro gran anfitrión. Ya que, lo suyo no fue solo dar ejemplo sino abrir un Camino. Lo suyo no fue solo predicar enseñanzas sino transparentar la Verdad. Lo suyo no fue solo brindar consuelo sino prometer la Vida. Por eso, Él mismo será eternamente la senda por la que alcanzamos la luz de la Vida.

Al confrontarnos con el texto y ubicarnos en la posición de Tomás que le pregunta al Maestro: «Señor, nosotros no sabemos adónde vas, ¿cómo vamos a conocer el camino?» Porque como Tomás también nosotros tenemos miedo y se nos tambalea la fe ante tanta calamidad, ante tantos atropellos a nuestra dignidad y a nuestros derechos. Por eso Él nos contesta: «Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida. Nadie va al Padre sino por mí”.

Y esa respuesta pudiera sonarnos vacía, si no supiéramos todo el esfuerzo que JESÚS hizo en su Vida Terrena, para combatir las injusticias de los poderosos y ayudar a muchos a salir de su pobreza espiritual y material, para sentirse personas incluidas en el proyecto Salvífico de Dios. Por eso murió, pero También por eso Resucitó a una Vida Plena.  Y es que, el acontecimiento de la resurrección del Señor es capital porque significa que el hospedaje Divino de nuestra humanidad es definitivo y universal, y que nunca antes supimos con tamaña certeza que lo prometido está ya cumplido para nosotros en JESÚS. Porque nunca antes escuchamos con tanta Verdad que nuestro corazón no tiene por qué turbarse ante las vicisitudes de la historia y ante los problemas que se nos presenten.

Porque, JESÚS es un camino de esperanza activo y siempre nuevo, sin Él nos quedamos sin Verdad y sin Vida. Po eso es que hoy es el día, para pedirle a Dios Trino y Uno, que nos llene de la vida nueva en el amor y en la unidad y que en medio de esta difícil situación que estamos confrontando seamos iluminados por estas Palabras aleccionadoras: “no se turbe el corazón de ustedes” y digamos como Santa Teresa: “nada te turbe. Nada te espante, todo se pasa, Dios no se muda. La paciencia todo lo alcanza. Quien a Dios tiene nada le falta. Solo Dios basta”.

Señor JESÚS, sin Ti nos quedamos sin esperanza y sin vida, danos la fortaleza para que, “nuestro corazón no se turbe”, y nuestra fe no se doblegue, ante tantas calamidades, y nos animemos unos a otros, a buscar salidas y no a cerrarnos en nuestros odios y revanchismo. Amén.