
Juan 15, 12-17: “En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: Este es mi mandamiento: que se amen unos a otros como yo los he amado. No hay amor más grande que dar la vida por sus amigos, y son ustedes mis amigos, si cumplen lo que les mando. Ya no les llamo servidores, porque un servidor no sabe lo que hace su patrón. Los llamo amigos, porque les he dado a conocer todo lo que aprendí de mi Padre. Ustedes no me eligieron a mí; he sido yo quien los eligió a ustedes y los preparé para que vayan y den fruto, y ese fruto permanezca. Así es como el Padre les concederá todo lo que le pidan en mi Nombre. Ámense los unos a los otros: esto es lo que les mando”.
Reflexión: Por el Servicio de Animación Bíblica de la Diócesis de Ciudad Guayana. Responsable: Luis Perdomo.
En una lectura continuada la liturgia diaria nos presenta al Evangelio según San Juan, capítulo 15, versos 12 al 17. El evangelista continúa con el relato del mandamiento del Amor, contraponiendo al bien con el mal. Porque paralelo al amor cristiano existe el odio del mundo hacia aquellos cuya conducta es un reproche a lo mundano. El discípulo de Jesús corre la misma suerte de su Maestro: rechazo y persecución, pero con una promesa cierta: sus tristezas y dificultades serán pasajeras ya que la tribulación desembocará en un mar de alegría.
Jesús da a sus discípulos su mandamiento: que se amen unos a otros como Él los ha amado. Es el mandamiento con el que se sella la nueva y eterna Alianza realizada en Cristo. El amor del hijo de Dios por sus discípulos, revela el amor mismo del Padre por el hijo, es la fuente de la que mana el dinamismo de amor recíproco entre ellos.
El amor de Jesús por sus discípulos, a quienes ha elegido gratuitamente, es un amor de amigo, cuya expresión más grande ha sido revelarle al Padre y dar la vida por ellos. Se perseverará en la amistad de Jesús en la medida en que se viva su Palabra, con una vida de amor y de servicio hacia los demás.
Señor Jesús que nos has llamado amigos y nos has amado con el mismo amor con que el Padre te ama, haz que nuestras vidas sean fecundas en frutos de amor y de vida hacia los demás. Amen.
