EVANGELIO DEL DÍA VIERNES 20 NOVIEMBRE DE 2015

LUCAS 19, 45-48: “Aquel día, Jesús entró después en el recinto del Templo y comenzó a expulsar a los comerciantes que estaban allí actuando. Les declaró: «Dios dice en la Escritura: Mi casa será casa de oración. Pero ustedes la han convertido en un refugio de ladrones.» Jesús enseñaba todos los días en el Templo. Los jefes de los sacerdotes y los maestros de la Ley buscaban el modo de acabar con él, al igual que las autoridades de los judíos, pero no sabían qué hacer, pues todo el pueblo lo escuchaba y estaba pendiente de sus palabras”.          

 

Reflexión: Por el Servicio de Animación Bíblica de la Diócesis de Ciudad Guayana. Responsable: Luis Perdomo

Encontramos nuestro evangelio de hoy en San Lucas, capítulo 19, versículos Del 45 al 48, donde San Lucas relata, de modo muy resumido, como Jesús, después de su entrada en Jerusalén, va al Templo y comienza a expulsar, de allí, a los cambistas y comerciantes de animales.

Este episodio, conocido como purificación del Templo y narrado por los cuatro evangelistas, lo leímos en este mes, el día 9, en un relato más elaborado del evangelio de Juan. Es un acontecimiento significativo porque se mete con los líderes del templo, a nosotros nos interesa entender el mensaje:

El cuidado del templo era responsabilidad del rey. Jesús, que entró en la ciudad aclamado como rey mesiánico, se dirige al templo para purificarlo. Entra en el templo, y comienza a expulsar los mercaderes, diciendo: “Está escrito, mi casa es casa de oración, y ustedes la transformaron en cueva de bandidos”.

La acción de Jesús es simbólica, pero tiene dos objetivos explícitos. Primero: definir la función del templo como casa de oración, y su apertura a los paganos. Segundo: denunciar el abuso del templo, como de impunidad para continuar pecando: “¿Creen que es una cueva de bandidos este templo que tiene mi nombre?”

La actitud de Jesús desencadena en los líderes religiosos y dirigentes del templo, que se sienten amenazados, la ira y el deseo de eliminar a Jesús. Querían quitarle la vida a Jesús, pero no sabían cómo hacer, porque todo el pueblo quedaba admirado cuando le oía hablar.

La actitud de Jesús deja claro que el templo no puede ser usado para conquistar prestigio personal, ni los pastores deben ceder a la tentación de sacar ventajas y lucro de la casa de Dios. Dios no puede ser instrumentalizado en beneficio de un orden establecido.

Nos enseña el Catecismo que Jesús “se identificó con el Templo al presentarse como la morada definitiva de Dios entre los hombres. Es, porque su muerte corporal decretada, anuncia la destrucción del Templo, que manifestará la entrada en una nueva era de la Historia de la Salvación” (cf. CIC n. 586). Jesús nos enseña que el Templo, es el lugar privilegiado del encuentro del hombre con Dios.