EVANGELIO DEL DÍA VIERNES 24 DE NOVIEMBRE DEL 2017   

           

 

     Lucas 19, 45-48: “Aquel día Jesús entró en el recinto del Templo y comenzó a expulsar a los comerciantes que estaban allí actuando. Les declaró: «Dios dice en la Escritura: Mi casa será casa de oración. Pero ustedes la han convertido en un refugio de ladrones.» Jesús enseñaba todos los días en el Templo. Los jefes de los sacerdotes y los maestros de la Ley buscaban el modo de acabar con él, al igual que las autoridades de los judíos, pero no sabían qué hacer, pues todo el pueblo lo escuchaba y estaba pendiente de sus palabras”.

  Reflexión: Por el Servicio de Animación Bíblica de la Diócesis de Ciudad Guayana. Responsable: Luis Perdomo.

La Iglesia Universal celebra hoy, entre otros Santos, la fiesta en honor a  las Santas Flora y María. Antiguos martirologios hacen memoria de estas dos santas vírgenes y mártires de Córdova, España, durante la persecución islámica en el siglo IX.

   Y en una lectura continuada la liturgia diaria, nos presenta al Evangelio según San Lucas, capítulo 19, versos 45 al 48. En el que evangelista relata el final del gran viaje a Jerusalén, que Lucas presenta como una temática existencial de la actividad misionera de Jesús, con la entrada al Templo, una de las grandes instituciones del pueblo de Israel. Jesús, siente la necesidad de purificarlo, ya que siendo el Templo el centro de toda la actividad social, política y religiosa de la ciudad sobre la que había llorado, es infiel al violar el objetivo para lo cual había sido edificado ese edificio.

La acción de Jesús descrita por Lucas, recuerda un texto del profeta Zacarías, quien se pone a echar a los vendedores que habían transformado el lugar de la presencia de DIOS, en un mercado, en una cueva de ladrones. Jesús toma posesión de la casa de su Padre y en vez de aquellos productos vendidos para el sacrificio, ofrece como verdadero alimento su enseñanza, anunciando su propio Kerigma como vía de expiación de culpa y de relacionarse con el Padre.

Al confrontar este texto con nuestras vidas, tanto personal como comunitaria, vemos que la Palabra se actualiza, para desenmascarar cada una de las desviaciones que se nos presentan en muchas de nuestras comunidades cristianas, que al estar conformadas por seres humanas, sin lugar a dudas que afloran las debilidades de la carne.

El texto también nos ayuda a descubrir la dimensión profética del seguimiento de Jesús, que exige a cada uno de sus discípulos leer la vida eclesial desde la perspectiva de Dios, denunciando todo tipo de idolatría cultual, combatiendo el germen de los negociantes que privatizan la Palabra de Dios y que mercantilizan la fe de la gente.

Señor Jesús, tu eres el sumo sacerdote encargado de restablecer nuestra relación con Dios Padre, a quien nos invita a adorar en espíritu y verdad. Ayúdanos a alejar de nuestras casas de oración toda intención de querer establecer en la acción pastoral, tanto en la relación con nuestros hermanos, como en la relación con nuestro Creador un mero vinculo comercial. Amen.