
Juan 16, 20-23: “En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: en verdad les digo que llorarán y se lamentarán, mientras que el mundo se alegrará. Ustedes estarán apenados, pero su tristeza se convertirá en gozo. La mujer se siente afligida cuando está para dar a luz, porque le llega la hora del dolor. Pero después que ha nacido la criatura, se olvida de las angustias por su alegría tan grande; piensen: ¡un ser humano ha venido al mundo! Así también ustedes ahora sienten tristeza, pero yo los volveré a ver y su corazón se llenará de alegría, y nadie les podrá arrebatar ese gozo. Cuando llegue ese día ya no tendrán que preguntarme nada. En verdad les digo que todo lo que pidan al Padre en mi Nombre, se lo concederá”.
Reflexión: Por el Servicio de Animación Bíblica de la Diócesis de Ciudad Guayana. Responsable: Luis Perdomo.
El santoral de día nos invita a celebrar la fiesta en honor a Santa Mariana de Jesús, llamada la azucena de Quito. Vivió siempre en su casa paterna y desde allí desplegó una intensa labor catequística en favor de los indios. Trabajó a favor de remediar las necesidades humanas. Repartía pan entre los mendigos, visitaba a los enfermos y consolaba a los necesitados.
En una lectura continuada la liturgia diaria, nos presenta al Evangelio según San Juan, capítulo 16, versos 20 al 23. El evangelista continúa con el relato del discurso de despedida de Jesús, para de alguna manera contrarrestar la tristeza que se había producido en la comunidad por la muerte del Maestro. Porque a la luz de la resurrección los discípulos pudieron comprender mejor la muerte de Jesús como su glorificación, su victoria y su juicio sobre los que lo habían condenado. Su tristeza se volvió gozo.
Ocurrió algo semejante a lo que ocurre en un parto, en donde los dolores de la mujer que está por dar a luz, se vuelve alegría en el momento del nacimiento. Ya que la muerte de Jesús ha sido el gran parto cósmico y universal, en medio de los dolores de la cruz, es el nacimiento del hombre nuevo, principio de una nueva humanidad: Cristo Resucitado.
Y es que la resurrección de Jesús inaugura una nueva forma de relacionarse con Dios en la oración. De ahora en adelante los discípulos pedirán al Padre en el nombre de Jesús. Pedir esta inserción es posible en virtud de la resurrección y de su presencia gloriosa en medio de la comunidad. Pedir en el nombre de Jesús es orar unidos a Él y en adhesión a su Palabra.
La oración se vuelve una experiencia privilegiada de identificación con la Voluntad del Padre y del Hijo, en la que se participa de la condición filial de Jesús que escucha al Padre y es escuchado por Él y por tanto una fuente de gozo y de Amor indescriptible.
Pidámosle al Señor Jesús que por intersección de Santa Mariana de Jesús, nos ayude a vivir con serenidad y esperanza gozosa los momentos desconcertantes y adversos por los que atraviesa nuestra sociedad y en comunidad orante junto a Dios Trino y Uno, nos permita ser luz en medio de la oscuridad. Amen.
