Marcos 1, 7-11: “En aquel tiempo Juan proclamaba este mensaje: «Detrás de mí viene uno con más poder que yo. Yo no soy digno de desatar la correa de sus sandalias, aunque fuera arrodillándome ante él.» Yo los he bautizado con agua, pero él los bautizará en el Espíritu Santo.» En aquellos días Jesús vino de Nazaret, pueblo de Galilea, y se hizo bautizar por Juan en el río Jordán. Al momento de salir del agua, Jesús vio los Cielos abiertos: el Espíritu bajaba sobre él como lo hace la paloma, mientras se escuchaban estas palabras del Cielo: «Tú eres mi Hijo, el Amado, mi Elegido.»
Reflexión: Por el Servicio de Animación Bíblica de la Diócesis de Ciudad Guayana. Responsable: Luis Perdomo.
Evangelio de hoy Marcos, capítulo 1, versículos 7 al 11, se destaca el bautismo de Jesús por Juan Bautista. En la liturgia de los últimos tres últimos días, hemos visto las narraciones del Evangelio de Juan sobre el bautismo de Jesús y la vocación de los primeros discípulos. En la lectura de hoy, encontramos el bautismo desde el Evangelio de Marcos, que registra la venida de Jesús desde Galilea.
Juan Bautista en el desierto, proclamaba a los que acudían a él: «Después de mí viene uno que es más fuerte que yo. Yo los bautizo con agua. Pero él los bautizará con el Espíritu Santo”. Entonces vino Jesús desde Nazaret de Galilea y fue bautizado por Juan en el río Jordán. Atraído por el mensaje de Juan el Bautista, Jesús abandona la rutina de su vida en Nazaret de Galilea y busca el bautismo en el Jordán. Entonces comienza a formar su propio grupo de discípulos, inicia así su ministerio, dando continuidad al anuncio de Juan Bautista.
La manifestación del Espíritu sobre Jesús significa el respaldo divino de la propuesta de Juan el Bautista, a la conversión a la práctica de la justicia. Con Jesús, el bautismo en agua y el Espíritu expresa la nueva humanidad consagrada a la práctica de la justicia que devuelve la vida y abre la puerta a la comunión de la vida eterna con Dios.
Jesús no dejó una tradición bautismo. La Iglesia incorporó la tradición original del bautismo de Juan, completándola con el don del Espíritu Santo. El Espíritu de Jesús, al recibir el bautismo, expresa la nueva humanidad consagrada a la práctica del amor y la justicia que restauran la vida y abre la puerta a la comunión con Dios. Por eso con mucha propiedad los católicos decimos que nuestro bautismo tiene sus raíces en el bautismo de Juan.
Agradecemos a Dios Padre que en Jesús nos revela el camino a la vida plena y nos conduce con su amor misericordioso. Pidamos fervorosamente la asistencia del Espíritu Santo para que el conocimiento de Jesús nos permita reconocer cada vez más la voluntad de Dios en nuestras vidas. Amen.